Capítulo 33

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Heriberto no esperó que pasaran los 5 segundos, tomó los labios de su esposa en un beso arrollador. La besó con deseo tan similar al de un borracho que toma una bebida tras una larga abstinencia. No creía que se podía sentir jamás de tal manera, necesitar tan intensamente a una persona.

Mientras su lengua le hacía el amor a la de Victoria, mientras sus manos la apresaban con fuerza hacía su cuerpo, Heriberto solo pudo pensar en que perderla sería su ruina. Por eso, había dejado a un lado cualquier rastro de orgullo y había tomado ese avión que ella no quería que tomara.

No supo cuánto tiempo había pasado bebiéndose su boca, pero cuando se separó de ella quedó satisfecho al notar como ella estaba sonrojada, temblorosa y en sus ojos había un anhelo parecido al de él.

- ¿Quieres hablar? – le preguntó él en un susurro después de acariciarle los brazos. Victoria miró los labios enrojecidos de Heriberto con deseo, y su cuerpo como instinto se acercó al de él. No quería hablar, quería que volviera a besarla. Y eso iba a decirle cuando la interrumpió su asistente.

- Señora, la solicitan para una entrevista. – Al darse cuenta que había interrumpido un momento íntimo se sonrojo de vergüenza. – Lo siento, Doctor.

- Tranquila Lucy – dijo él con una sonrisa, soltando sin muchas ganas a su esposa. - ¿Te espero aquí en el bar? – Victoria solo pudo asentir, pues sentía que el beso de Heriberto le había fundido las neuronas. Ella hizo amago de irse tras su asistente, pero su esposo la retuvo un instante. – Todo el desfile estuvo excelente.

- Gracias – le contestó ella con una media sonrisa. Había estado allí, perdido entre la multitud, observándola.

Victoria dio la entrevista a los medios parisinos y de otras partes del mundo. No hablaba francés, pero aprendió algunas palabras para mostrar gratitud a quienes les habían recibido ese día. Se sentía feliz de haber conseguido llegar a donde estaba. Aunque había recibido ayuda, se sentía satisfecha con su trabajo y esperaba lograr más. Sin embargo, en ese momento su cuerpo le pedía estar al lado de Heriberto, tocarlo y hacerle el amor.



Heriberto estaba sentado en el bar tomándose un trago, mientras esperaba el regreso de Victoria. Envió un mensaje a Salazar para saber cómo estaba María y sonrió al recibir la respuesta.

- Me has escrito veinte veces, voy a pensar que me extrañas. Todo bien, mi vida. Están viendo una película *emoji de besos* - Heriberto sacudió la cabeza con una sonrisa y guardó su móvil.

- Monsieur, vous auriez une cigarette? – preguntó una mujer sentada dos sillas más allá.

- Désolé mademoiselle! Je ne fume pas. – contestó Heriberto con su escaso conocimiento del francés impartido por Salazar, quien consideraba que todo hombre tenía que saber francés para asegurarse llevar a la cama a una mujer. 

- Vous êtes parisien?

- Non, je suis mexicain. Je ne parle pas beaucoup de français-  Después de su respuesta, la mujer sonrió y levantó la ceja.

- Mexicain? Mais vous le parlez si bien. En fait, me encanta México. – pasó rápidamente al español. – Yo nací en España, aunque llevo aquí más de 3 años. París es un lugar que enamora – le aseguró con una sonrisa más amplia. Heriberto solo asintió y volvió su vista a la bebida. - ¿Estás solo?

- No. – contestó alguien más por él. La mujer se volvió a la voz femenina que había dado una respuesta tan cortante, luego dirigió una mirada a Heriberto que se levantó de su silla.

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