Capítulo 13

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- Victoria... – Tenía que ser una broma del destino. Heriberto estaba frente a ella, con una mirada de asombro y su típica sonrisa. Se quedó inmóvil, pálida y con un temblor que la recorrió de arriba hacia abajo; pero ese temblor no era el mismo que sentía cuando él la tocaba, era diferente... doloroso.

- Heriberto... - su propia voz le sonó lejana y sintió como si la escena la estuviese viviendo alguien más. O quizás era su propio deseo de desaparecer, de no haberlo encontrado en ese lugar.

- ¿Qué haces aquí? – Aunque notó su palidez, no dijo nada al respecto. Más bien, se deleitó en mirarla, en apreciar la forma en la que vestía y lo bien que le sentaba el atuendo. - ¡Estás hermosa!

- Yo... - se mojó los labios de manera nerviosa, y trató de eludir la pregunta, mientras observaba sobre el hombro de Heriberto esperando que Rómulo apareciera en cualquier momento - ¿Qué haces tú aquí?

- Una cena con unos colegas. – Le dijo sin más, y frunció el ceño al observar como ella movía sus manos con nerviosismo. Entonces, se acercó más a ella y le tomó las manos para sentirlas frías - ¿Qué sucede querida? – Victoria habló con voz temblorosa.

- Heriberto... Ayer te dije que necesitaba tiempo para decirte que... - Rómulo apareció detrás de Heriberto y no se vio contento de la cercanía de ambos. Victoria lo observó y se deshizo del contacto de Heriberto, sin dejar de mirar a Rómulo.

- ¿Interrumpo algo? – preguntó con ironía y Heriberto se volvió a verlo. Cuando lo hizo, Rómulo se asombró y levantó una ceja cuando la miró divertido. – Doctor... - pasó su mano por la frente como tratando de recordar su nombre.

- Heriberto Ríos Bernal. – completó el aludido. Victoria tragó con fuerza y quiso correr y nunca más detenerse.

- Si. Como olvidarlo. ¿Cómo está doctor? – Rómulo caminó decidido y se plantó al lado de Victoria, tomándola por la cintura y pegándola a él. Heriberto los miró de frente y apretó los puños al notar la familiaridad del toque – No sabía que se conocieran

- Rómulo...

- ¿Qué dije? – preguntó con socarronería – Mujeres, ya sabe como son. Pero no me han dicho cómo se conocen. – Con el fin de acabar con la tortura, Victoria respondió midiendo sus palabras.

- El Doctor Heriberto fue el médico de María mientras estuvo en el hospital. – Escucharla hablar de su relación en términos tan distantes, fue un golpe aún más doloroso. Pero nada comparado a ver como Rómulo Ancira la sostenía con fuerza de la cintura.

-          Ah

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- Ah... Entonces permítame agradecerle. – Rómulo extendió su mano para estrechar la de Heriberto, pero este no fue tan rápido en procesar el gesto. Sus labios hicieron una línea y su expresión facial se tornó dura. – Gracias por la atención para la hija de mi mujer. - Si un coche le hubiese arrollado no lo habría sentido tan doloroso como las palabras pronunciadas por Ancira.

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