Capítulo 35: Nuestra propia historia de amor.

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En multimedia: Kodaline - The One


Blair


Apenas me puedo creer que todas nuestras cosas ya estén en Seattle. Despedirme de L.A, fue como despedirme de todos mis recuerdos. Tan difícil y duro. Siento que gran parte de mí se quedó allá, la niña que llegó con tantas ilusiones de estudiar y ser alguien en la vida, la joven que fue creciendo golpe tras golpe y la mujer que pensó que ese, era su lugar.

Inevitable fue pensar que de alguna forma, a pesar de que el cuerpo de mi hermano descansa en Seattle, también lo abandonaba a él, es curioso que, aunque vivimos la mayoría de nuestra vida aquí, fue allá, en donde, en medio de tanta devastación terminé de darme cuenta de cuánto lo amaba y adoraba.

Suele pasar, ¿no? Es hasta que las personas ya no están que descubrimos tantas cosas, tanto amor, tanta necesidad, descubrimos que, sí somos imprescindibles. Nadie, absolutamente nadie, repone la usencia de una madre, de un padre, de un hermano, un hijo, de tu mejor amiga o tu mejor amigo, del hombre que amaste con todo tu ser o la mujer a la que le profesaste el amor más puro del mundo.

Solo seguimos girando junto a la tierra y nos engañamos pensando que se trata de seres irrepetibles nada más, no imprescindibles, como las frasecitas que compartimos en Facebook para tratar de subirnos el ánimo. Nos ajustamos, acomodamos, y sobre todo, nos acostumbramos a una vida sin ellos, sin los seres amados, pero tengo serias dudas de, si algún día conseguiremos olvidarlos y de verdad reponernos.

Hoy, mientras veo todas estas cajas, y ya han pasado dos días desde que nos despedimos todos en el aeropuerto, no puedo evitar sentirme como si me ha caído una buena tunda. Me parece una mentira que, al final, las cosas hayan terminado justo como las planeamos de jovencitos: hemos huido de la ciudad, nos hemos separado, haremos nuestras vidas, cada uno por su lado.

El grupo de jovencitos que lideraban la zona de L.A, finalmente, han conseguido lo que buscaron por años: libertad.

Nos hemos prometido con Kim hablar todos los días, Zac al final, cambió de parecer un día antes de marcharnos y decidió tomar su camino en solitario, como todos. Dijo que la cárcel lo había transformado en el niño despreocupado, sensible, y necesitado de protección que fue, y que era hora de convertirse en el hombre que siempre esperó ser. Se ha dio a Miami.

Mateo no paró de hacer bromas sobre lo gracioso que será que la próxima vez que nos veamos estemos más arrugados que una pasa.

Tony dijo que fue un placer coincidir conmigo y con mi hermano, sentí que eran palabras de despedida, bueno, todos nos despedimos pero él en particular, sonaba como si de verdad planeara no volvernos a ver. Lloré todo el vuelo imaginando un futuro en el que no volvíamos a coincidir. Aunque prometieron venir a la boda.

Solo falta una semana. ¡Dios! Una jodida semana, porque es que, mi señor novio, ya saben, loco de atar, insistente, necio, terco, no ha querido dejar que pase más tiempo. Un mes ha sido todo el tiempo que me ha permitido pensarlo, ya que, según él, si no tuviese dudas nos hubiésemos casado el mismo día que me lo propuso formalmente.

Ni siquiera sé en dónde demonios nos vamos a casar, ha dicho que es una sorpresa, y he tratado de averiguarlo pero nada ha funcionado. El hecho de que sea sorpresa también ha evitado que me involucre en los preparativos del lugar en cuestión. Se supone que él ha contratado a los mejores de la ciudad y no tengo más remedio que creerle.

Al menos el vestido lo he logrado escoger con mis amigas; Kim y Norma han hecho un esfuerzo muy grande por llevar la fiesta en paz. También me hicieron una despedida de soltera, al principio fue raro, pero después de unas copas todo se normalizó entre nosotras. Fuimos un trío de amigas normales, celebrando que una de ellas se casaba con el mayor loco de la historia.

Peligrosa Atracción III (Siempre)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora