Capítulo 30: Empezando de cero.

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En multimedia: Imagine Dragons - It's Time

ETHAN

Si me preguntan el momento en el que más vivo me he sentido, podría dar muchas respuestas. Como cuando unos ojos muy oscuros me miraron altaneros en aquella fiesta de fraternidad por primera vez y me pareció oír, muy, muy fuerte, un latido proveniente de mi corazón.

La vez que decidí enviar todo a la mierda y arriesgarme con Blair, cuando la rescatamos de Barak, cuando recibí aquellos disparos por ella, yo me moría, pero de algún modo eso le daba vida a ella y ella era mi vida, así que... sí, me sentí muy vivo. Cuando volví a verla después de tres largos e infernales meses.

El día de la emboscada, cuando se tiró de ese helicóptero sin importarle nada, al decidir no apartarme de su lado a pesar de que Nathan había muerto, la lista es demasiado larga y quizás se me escapen muchos momentos hasta llegar a este, en el que la tengo conmigo, desnuda, en mis brazos. Joder, sí que me siento vivo.

Aún llevo en mi mente grabada la ocasión en que lo hicimos por primera vez, supe, en aquel momento que, tarde o temprano las cosas dejarían de ser fáciles, y no me importó, la quería, la quiero y la querré siempre a mi lado.

Pero ahora las cosas son distintas, no sé qué esté pasando por su mente, si este es el inicio de algo, si solo le ha ganado la situación, mierda, estar solos, en una casa, ocho años sin vernos, sin estar con nadie, tumba hasta al más orgulloso. Nuestro deseo no se ha apagado, ni las ganas, y mucho menos el amor.

Disfruto al menos los últimos segundos de paz, antes de que hable yo, o hable ella. Y, tenemos que ir a casa de mi madre, lo cual me llena de mucha ansiedad, pues, cuando la recuperé, todo estaba tan revuelto que ni tiempo tuve de asimilar la oportunidad que tenía delante, y durante este tiempo, solo la he visto los jueves cada quince días a través de un cristal.

Es la primera vez que siento que, tendremos tiempo para disfrutarnos.

Miro de soslayo a Blair, quien empieza a removerse entre las sábanas, mis piernas, y mi torso. No sé bien cómo empezar, aquí voy...

—Blair...

—Lo sé.

—Es que...

—Lo sé —repite.

—¿Qué sabes? —pregunto entonces—, no me digas que esto no debió pasar.

—Sí que debía pasar —contesta riéndose y envolviéndose con las sábanas para salir de la cama y sentarse en la silla del tocador—, quería que pasara, no voy a mentir. Es solo que...

—Lo entiendo. Entiendo perfectamente que sigas enfadada conmigo, pero como comprenderás no voy a quitar el dedo del renglón, no después de comprobar que me sigues amando con la misma intensidad que antes y de la misma manera en la que yo te amo a ti. Porque es así, ¿verdad? ¿Nos seguimos amando?

—Claro que te amo, Jonhson, ¡Dios! Ni siquiera me termino de creer que eres tú, carajo, ¡eres tú! Estás aquí y yo de verdad quisiera olvidar el daño que me hiciste al huirme de esa manera, pero no quiero empezar algo con el peso de la rabia que me da recordarlo. No quiero discutir por eso cada dos días y sacarlo a la luz cada segundo de nuestro tiempo juntos.

—¿Qué propones entonces? —no haré nada que ella no quiera.

—¿Qué propones tú? ¿Cuáles son tus planes ahora que eres libre? ¿Qué te provoca este encuentro? Quiero que seas honesto. Quiero que lo aclaremos todo hoy.

Me cubro también y me siento en la orilla de la cama. Esas preguntas son las más sencillas que me ha hecho en la vida, estoy muy seguro de lo que quiero.

Peligrosa Atracción III (Siempre)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora