Peligrosa Atracción III (Siempre)

Capítulo 36: El final que jamás imaginé

En multimedia: Taylor Swift - Out Of The Woods

Ethan:

Hubo un tiempo en el que creí que no merecía nada ni a nadie. Me involucré en un mundo oscuro y sin salida, un mundo que al principio me gustó, debo admitir.

Me gustaba el poder, el dinero, saber que todos temblaban cuando me enfurecía y me temían. O quizás es que obligaba a mi mente a pensar así, porque creí que esa era la vida que me tocó vivir y no podía hacer nada para cambiarlo.

Muchas veces, en nuestro corto tiempo en la tierra, solemos soportar, aguantar y hasta nos acostumbramos a cosas, momentos, situaciones, trabajos, relaciones, culpas, e incluso victorias que no nos corresponden, pero nos obligamos a pensar que sí, porque eso nos aleja temporalmente de todo el proceso de abrir los ojos y darte cuenta de que mereces más, que necesitas más, que quieres más o, en caso contrario, debes dejar "eso" que no es para ti.

Hubo un tiempo en el que pensé que nunca habría luz en el túnel en el que me había metido. Creí que moriría en aquel mundo, con aquellas personas, con todo lo que el narcotráfico implicaba.

Muchas veces pude observar cómo el amor volvía loco a muchos hombres con los que trabajé y pensaba en lo ridículos que se miraban intentando salir del tráfico ilegal de drogas.

Era una verdadera estupidez siquiera pensar que había una salida y que amar te daría ideas, poderes o sabrá Dios qué, para poder irte. Pero, hubo una chica, de larga cabellera y ojos demasiado grandes para su delgada cara que, me enseñó lo equivocado que estaba, que me ayudó a abrir los ojos y me acompañó durante todo este largo proceso.

Si cierro los ojos aún puedo recordar el momento exacto en el que la miré por primera vez, si me concentro, incluso puedo oír las primeras palabras que nos dijimos, su primera sonrisa, sus movimientos, sus gestos, la forma en la que me hizo sentir cuando me miró fijamente. ¿Cómo iba a saber que a partir de ese día yo también creería que el amor te da alas?

Hubo un tiempo en el que llegué a pensar que no merecía a Blair, en el que pensé que estaría mejor con cualquier otro tipo, menos conmigo, ¿cómo no pensarlo cuando estaba hasta la mierda de problemas? Pero, hay amores que permanecen vivos a pesar del tiempo, las dificultades, los retos e incluso cuando uno mismo trata de arruinarlo.

Nada es perfecto. Nuestro amor tampoco lo fue y tampoco lo es, perdimos a tantos, lloramos tanto, sufrimos tanto que, mirar atrás y darse cuenta de cuántos faltan es como abrir la herida y echarle sal. Sin embargo, hemos salido adelante, yo por ella y ella por mí. Así tenía que ser. Así será hasta el último de mis días.

A veces, cuando la miro dormir por las madrugadas pienso en si la hago feliz, en si estoy haciendo las cosas justo como ella desea que las haga, pienso en si no pudiera amarla más, creo que no, dudo mucho de que exista alguien en el mundo que ame más que yo. Blair es mi todo, siempre lo fue.

Su cabello ha vuelto a crecer y aunque, ya no tiene el mismo color de antes, y cuando se ríe, arrugas se acumulan en los rabillos de sus ojos, yo sigo mirándola preciosa. Sigo mirándola como cuando solo era una jovencita parlanchina que se encaprichó conmigo hasta que ya no pude resistirme a sus encantos.

Mañana cumple cuarenta y ocho años y me parece mentira ver todo lo que hemos formado. ¡Dios! Esos chiquillos que corren por toda la casa a veces me dan ganas de ahorcarme, pero los amo. ¡Cuánto los amo!

La primera en llegar fue nuestra hermosa Bleth, ya no es una chiquilla, aunque para mí sigue siéndolo. Me peleé con todo el hospital porque Blair no dejaba de gritar durante el parto y yo quería que no sufriera. Me calmé cuando me acribilló con sus hermosos ojos negros.