Capítulo 29: El deseo que nos envuelve.

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En multimedia: Afterglow - Ed Sheeran

~Blair~

El viaje se me hace eterno, tener a Ethan nuevamente a mi lado, como si nada hubiera pasado, como si ocho años hubiesen transcurrido en un tronar de dedos, como si no lo hubiese extrañado tantísimo, y, sobre todo, como si no estuviese tan enfadada con él, hace que nos envuelva un aura muy extraña, una con la que no estamos acostumbrados a lidiar.

Me le he tirado como una loca en cuanto lo he visto en libertad, anoche, hablamos mucho al respecto con Wilson de lo que haría, sigo tan enojada con él, tan traicionada, tan dolida. Pero yo amo a este hombre con todas las fuerzas de este mundo, no me quedé en la mafia solo porque sí, no me arriesgué tantas veces por nada, no perdí a tantos para que, al final, me quede sin él.

Así que, naturalmente, quiero cachetearlo hasta que me duela la mano y amarlo hasta que se me pare el corazón.

Por mi cabeza pasan muchas cosas que podría decirle, tantas preguntas, tantas respuestas que necesito escuchar. Si embargo, me limito a manejar mientras de reojo lo observo cada tanto, él va muy inmerso en las calles, en la gente de las aceras, los autos, el sol, los edificios, los comercios. Creo que tantos años encerrado provocan que esté realmente interesado en averiguar como es el mundo ahora.

Y, para variar, me duele profundamente verle tan desorientado, asombrado, curioso, como un niño que apenas va conociendo el mundo.

Me recuerdo más de una vez que, no debo caer en tentaciones, que por más guapo que esté, él tiene muchas explicaciones que darme, es sano que conversemos, que decidamos qué ocurrirá a partir de ahora, es mejor que primero sanemos antes de lanzármele encima para luego arrepentirme, como es muy común en mí, y solo empeorar nuestra situación.

Lo peor es que, entre tantas interrogantes, tantos sentimientos encontrados y que me cuesta terminarme de creer que esto de verdad está pasando, no puedo ignorar la tensión sexual que estamos viviendo a solo centímetros uno del otro.

Ethan siempre fue un imán que me atraía hacia él y nunca pude resistirme. Sigue siendo así y me temo que será así hasta el final de mis días.

¿Habrá estado con alguien durante todo este tiempo? Sé, de muy buena fuente que muchos reclusos, al menos quienes tienen cierto estatus dentro de prisión, consiguen visitas femeninas. El solo hecho de imaginármelo hace que me llene de rabia y de más dolor. ¿Él habrá recurrido a eso? Digo, hablamos de Ethan Jonhson, quería tener sexo todo el tiempo. Vamos, que no puedo estar pensando en esas tonterías, pero lo estoy, joder, lo estoy.

Y, además, ¿qué pretendo? ¿Voy a perdonarlo? ¿Tan fácil? Nada de lo que pueda decirme ahora borra el pasado, el camino que escogió sin tomarme en cuenta, todo lo que vivimos.

Él se aclara la garganta y me mira, lo sé a pesar de que yo no lo estoy viendo a él, puedo sentir como su atenta mirada gris me quema completa, suelta un suspiro largo y lento y me remuevo incómoda en el asiento sin conseguir nada más que, de pronto, su mano se ponga en mi antebrazo y me entren unas cosquillas adolescentes en el estómago.

—¿Puedo preguntar algo? —al menos tiene la cortesía de tantear el terreno aún con lo que hemos soltado antes.

—Puedes...

—¿Cómo estás? ¿Va todo bien? ¿Retomaste tus clases porque anhelabas ser abogada o solo para ayudarnos? ¿Cómo te sientes?

—Me parece que son más que una pregunta.

—Lo siento, es que quiero saber tanto sobre ti, ¿dónde viviste en Canadá? ¿Qué hiciste por allá? ¿Te gustó? ¿Piensas quedarte para siempre en L.A? ¿Has visto a tu madre?

Peligrosa Atracción III (Siempre)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora