➸ VEINTICUATRO

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Karma

🥀

—Tu casa apesta. – Ladro Jared al apenas entrar a la residencia. —En serio Nala, ¿Cómo soportas ese olor?

—Gracias Jared, a todos les gusta que sus visitas digan que la casa huele mal. – No pudo evitar rodar los ojos mientras veía como la mayoría no disimulaba nada su cara de inconformidad con respecto al olor. —Dejen de arrugar sus feas narices, mi casa no huele mal, huele a manzana y madera.

—Supongo que estás hablando de otra casa, porque esta, realmente apesta. – Paul entro con unas bolsas de super y las llevo hasta la mesa. —Hola tío Warren, un gusto verla viva señora. – Paul le dio una bolsa a la rubia. —Nueve cajas de aspirinas de cien tabletas. – Posteriormente agarro otras dos bolsas y se las dio al moreno. —Ocho paquetes de pollo agridulce, cuatro kilos de arroz, cincuenta rollitos primavera, y cuatro kilos de spaguetti.

—Gracias Paul, ahora mismo te doy lo que te debo.

—Qué bueno que esta vez trajeron la comida ustedes, así no me llevaran a la quiebra tan pronto ya que comen lo de cien personas.

—¡No comemos tanto! -Gruño Quill quien se fue como Pedro por su casa hasta la sala.

—Claro que sí, de hecho, tú solo te comiste dieciséis huevos el martes pasado, eso equivale a un kilo. -Agrego Samuel quien se fue hasta la cocina para preparar todo.

—Pero que olor tan desagradable. – Se quejo Leah cuando entro en compañía de su hermano, tras ellos iba Sam que parecía ser un perro guardián.

Nala a penas y pudo saludar a Bella y a Jacob, ya que habían sido los primeros en entrar porque la castaña estaba que se moría de frío.

—Vamos, empiezo a sentirme mal, mi casa no huele mal.

—Ellos y sus olfatos malos. – Protesto Bella desde el sillón junto a la chimenea. —Yo no siento ningún mal olor, todo huele a pinol y lavanda.

—Ustedes son las suertudas de no sentir el asqueroso aroma a "sanguijuela" – Apunto Jake.

—¡Oh! Pues deberían acostumbrarse a ese aroma, mi futuro padre es uno.

—¡Tú único padre soy yo! No un muchacho de 18 años – Grito Samuel, desde la cocina se escuchaban sus celos. —Esperen un momento ¿Edward entro a esta casa?

—A esos dieciocho deberías sumarle cien.

—Gracias, Nala. – Arizona le arrojo unos cuantos dólares a Paul para después ir a evitar que Samuel la echara a patadas de su casa.

La Vie En Rouge → [ Carlisle Cullen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora