Extra 1

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Jagger

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Jagger

Estaba decidido a destrozar nuevamente el maldito aparato de tortura, el cual no paraba de sonar, mientras luchaba por alcanzar.
Eran las siete de la mañana y debía estar en el hospital a las siete treinta, cargándome la que sería una de las mayores resacas que he tenido en el último tiempo.

Había sido una pésima idea salir anoche, pero no lo vi de esa manera a la hora de irme, algo que sin duda ahora veía con claridad.
Cuando por fin pude apagar esa maldita cosa, fue aún peor, porque amargamente descubrí que no estaba amaneciendo solo.  La chica junto a mí se quejó y volteó, enrollando su brazo en mi cintura.

En serio había bebido demasiado la noche anterior, tanto que ahora debería enfrentarme a la chica pelirroja, cuyo nombre desconocía.
Para bien o mal debería despertarla, porque yo tenía poco tiempo para llegar al hospital y no iba a dejar a una desconocida sola en mi casa.

—Vamos, es hora de despertar. —le dije de manera suave, empujando un poco su brazo, fuera de mi cuerpo.

A veces era considerado un bastardo y no me ofendía el termino, menos en un momento como este, cuando quería quedarme solo o salir lo antes posible.

—Roja, es hora de despertar. —¿Cuál demonios sería su nombre?

—Es temprano, quedémonos un poco más así. —no había manera de que lo hiciera, pero no sería tan desagradable de decírselo .

—Lo siento, es hora de trabajar. Debemos irnos.

—Yo no debo madrugar. — pues que suerte tenía, pero de igual manera madrugaría esta mañana.

—Pero yo sí, así que arriba. —comencé a levantarme, demostrándole que no era broma.

—Podríamos quedarnos un poco más.

—No creo que se pueda, tengo un horario que cumplir. Vamos, se esta haciendo tarde y no quieres que tenga problemas por el retraso. —le lancé una de las miradas lastimeras que siempre funcionan y vi el momento exacto en que hizo efecto.

—Tú ganas, pero deberíamos volver a vernos y quizás ir a almorzar o pasear por ahí  —su sugerencia casi me eriza la piel, eso era algo reservado para una novia y no la veía de esa manera.

—No lo sé, veremos. —me encerré en el baño, echando un poco de agua en mi rostro.

Tenía quince minutos para llegar al hospital, no tenía tiempo que perder.
Cuando salí, la encontré ya preparada, gracias a Dios.

—¿Lista? —pregunté sonriendo.

—Claro Jagger. —demonios, ella sí recordaba mi nombre.

Al salir, se despidió de mí y aunque trato de besarme, logré evitar su boca.
No tarde en apresurarme y meterme dentro de mi auto, para poder llegar hasta el hospital.

Cinco minutos, solo eso tenía y era más que evidente que tardaría un poco más. Tal y como lo imaginé, diez minutos más tarde, estacionaba.
Me apresuré a llegar, pero no me perdí la cabellera rubia, que miraba la puerta del hospital, como si fuera la primera vez.

Mis pies actuaron solos y cuando quise acordar, me encontraba junto a ella.

—Tu expresión me asusta ¿Qué anda mal contigo Rainy? — pregunté al ver que seguía sin notarme. Era un poco divertido verla allí, pérdida en algún loco pensamiento, como era común en ella.

—Nací con mala suerte. Dime Jagger, ¿Qué se siente ser alguien sin ningún tipo de problema?

Me reí al escucharla, estaba lleno de problemas y ella era uno, el mayor, al que esperaba tener por siempre en mi vida.

—No soy perfecto, también tengo problemas como todo el mundo —respondí sinceramente, aunque era evidente que no me creía— De verdad, nada en la vida es tan sencillo.

—Tus problemas son las mujeres, nunca tomas a ninguna en serio y ellas terminan esperando cambiarte. ¿Sabes que eso te convierte en una especie de prostituto, verdad?. Bueno en realidad ni eso, porque tú no cobras, pero sin dudas eres un hombre muy promiscuo.

Esperaba ese tipo de respuestas de ella, conocía la imagen que tenía de mí y no la culpaba, me la había ganado a pulso.

—Lo sé, pero no pueden culparme, nunca prometo una segunda cita.

—Tú no tienes citas, solo sexo. —eso también era verdad, sin ir más lejos, acababa de escapar de una chica interesada.

—Eso es verdad, pero ahora quiero escuchar ¿Por qué estas tan triste? —no me perdía la tristeza en sus ojos, algo andaba mal y no sabía de qué se trataba.

—¿Por donde empiezo?  Hoy me quedé atascada en el ascensor junto a una familia, creo que los niños tendrán pesadillas conmigo esta noche.- fue imposible que no estallará en carcajadas, lo que solo provocó que ella golpee mi brazo — Basta Jagger, creí que moriría, fue tan vergonzoso.

—Lo siento, pero puedo imaginarte.

—Luego mi madre con sus dramas navideños, no se porque insiste tanto en que asista este año.

—Talvez porque eres su hija y te extraña. Yo te extrañaría si no te viera a diario— me pateé mentalmente, no debería decir este tipo de cosas, no era lo correcto, no si quería conservarla.

Miré a varios doctores saludarnos en los pasillos y solo pude asentirles en respuesta.

—Lo harías porque nadie más aguantaría tu mierda y te ayudaría a librarte de las obsesionadas con las que duermes.

—También por eso. ¿Qué puedo decir? Soy a quien todas quieren.

—Lo que tu digas señor amor.

Seguía riéndome, mientras dejaba algunas de mis cosas, era momento de empezar las rondas. Pero esa misma risa, provoco que casi no notará cuando entraron un par de compañeros.

—Farguson, Vanderham—asentí en respuesta hacía Mackenzie.

—¿Qué hay Mackenzie? ¿Cuándo me pedirás la revancha? — Rain y el anciano tenían una clara disputa, aunque el marcador le daba más victorias en el póker a Rain.

—Estaba buscándote por ello. Esta noche tendremos un juego en casa de Adkins ¿Vendrás o estas asustada?

—Claro que iré, espero que preparen mi dinero, puedo escucharlo llamarme.

—Yo también iré, es hora que alguien le enseñe a Rain a no ser tan competitiva—dije, consiguiendo la mirada de todos en el lugar.

—¿Esta noche te darás un descanso? Me sorprendes Vanderham, pero también te quitaré hasta los calzones.

— Sabía que me deseabas secretamente Rain.

—¡Iuuu! No seas ridículo. — volví a reír, lo que solo la hizo poner sus ojos en blanco y mirar a los demás. — Estaré allí esta noche, espero que practicaran un poco.

La vi irse, sin dar otra mirada a ninguno.
Seguí un poco más la charla de los demás doctores, pero tiempo después la seguí, no tenía caso seguir aquí.



Jugando con JaggerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora