-No estoy preparada mentalmente para esto- dice Clary sentada en el sillón a mi derecha, y yo justo a su izquierda, su pequeña manita agarra la mía y dos peluqueros ocupan su lugar detrás de nuestros asientos.
-Córtalo solo un poco- Pedimos los dos. Y los peluqueros sonríen maliciosamente.
Oigo la tijera abrirse y cerrarse demasiadas veces para lo poco que quiero cortarme el pelo y temo quedarme como una bola de billar.
Clary se ha salvado, porque ha empezado a quejarse y a refunfuñar cuando el peluquero pretendía seguir cortándole el pelo después de haber “arreglado las puntas y algo más”
Empiezo a ponerme nervioso y voy a saltar de la silla y clavarle la tijera en el ojo como no pare de cortar ya. Clary ya no está sentada en la silla a mi lado, sino de pie detrás de mí. Mantenemos el contacto visual a través del espejo.
De vez en cuando ella suelta una carcajada cuando arrugo la nariz cada vez que veo un mechón de pelo caer.
-Basta- ordeno. –Suficiente pelo perdido por hoy. No queréis que pierda el atractivo, ¿verdad?-
-Verdad- Veo en el espejo como responden a coro el peluquero y ella a mi espalda. Genial.
-¿Cuánto es?- Demando en cuanto me bajo de la silla de un salto y me acerco a una especie de mostrador o algo parecido. Clary a mi lado se queja de lo bien que me ha quedado a mí el corte y lo mal que le ha quedado a ella.
Aunque yo pienso que le queda bien. En fin, es pelo, tampoco está muy distinto. Yo que sé, ugh. Son cosas de mujeres.
Ella pone un billete en la mano del hombre para pagar, después de que yo le haya reñido hace una hora por intentar pagar en el cine antes.
Le lanzo una mirada asesina al dependiente y él vuelve a soltar el dinero en la mano de Clary y le dedica una sonrisa de disculpa. Yo asiento con la cabeza y susurro: “Sabia decisión” mientras saco mi cartera del bolsillo de mis pantalones.
-Que cortito te han dejado el pelo, ¿no?- Se burla ella cuando salimos. Me desordena el pelo con la mano y yo me quejo en cuatro idiomas de lo mucho que odio las peluquerías, los peluqueros, y todo lo relacionado con ello.
-Que horrible te han dejado el pelo, ¿no?- Hago lo mismo y la despeino, ella se vuelve loca y medio enfadada-medio emocionada, contesta “¿LO ES? NO PARECÍAS TAN DISGUSTADO CUANDO SE TE CAÍA LA BABA MIENTRAS ME MIRABAS EN EL ESPEJO” y entonces me guiña el ojo pícaramente y comienza a andar.
Me quedo un poco aturdido por su actitud juguetona y algo dentro de mí me dice que seguirle el juego sería una óptima idea.
Corro y en un par de zancadas la alcanzo, la pillo por sorpresa cuando pongo mis manos en su cintura y la levanto a un par de pies del suelo. Grita como si el aire de sus pulmones solo sirvieran para eso.
“Bájame” pide.
Sus zapatos están otra vez tocando el suelo en un abrir y cerrar de ojos , se acerca a mi oído y con los labios rozando la sensible y vulnerable piel de mi oreja, susurra: -Buen chico- Y deja un delicado beso justo en el comienzo de la mandíbula, al lado de la oreja.