Harry. Harry me ha mandado los datos de la fiesta. Él ha conseguido mi número.
Una parte de mí se sigue ilusionando al recordar que me invitó. Y la otra parte, no termina de creérselo. Me estremezco al pensar que él sigue queriendo que yo vaya a la fiesta y que el hecho de invitarme no fuera un acto impulsivo del momento. Me estremezco ante la idea de que haya estado buscando mi número para mandar este mensaje. Me estremezco cuando pienso en él.
-¿Cuánto tiempo vas a seguir sonriéndole al estúpido móvil? Sigo esperando la respuesta a mi teoría- Jake me mira, con la mano derecha puesta en el volante y la otra en la ventana, pidiéndome con la mirada una respuesta.
Él parece leer la expresión confusa de mi cara, porque repite lo que anteriormente ha dicho.
-Sé que le mentiste a mamá y que ese vestido era tuyo. Lo que no sé es cómo ella no se dio cuenta, por dios, pero si no parabas de pasarte la mano por el pelo. Creo que lo hiciste como cincuenta veces en el tiempo en el que la conversación se ponía cada vez más tensa, pero ¡ánimo! Si prácticas a lo mejor consigues que los demás nos lo traguemos- añade Jake, y me guiña el ojo en forma de burla. Le disparo una mirada de odio y pregunto “¿Tanto se notaba?”
Él niega con la cabeza, sin musitar palabra y fija la mirada en la carretera. Suspiro de alivio, no me gustaría que mi madre se hubiera dado cuenta también. Ocho minutos de camino, ocho minutos de escuchar música odiosa en la radio, y ocho minutos de Jake intentando cantar. Y hemos llegado al instituto, me despido de él con una rápida sacudida de mano, porque de ninguna manera le voy a dar un beso en la mejilla, nosotros no somos ese típico de hermanos. los típicos hermanos de novela, en las que se dan besos en la mejilla cada vez que tienen la oportunidad, se comprenden y se llevan bien. No. Absolutamente no, nosotros somos más de pegarnos puñetazos y compincharnos solo para conseguir algo de nuestros padres. Que por cierto, siempre funciona.
Cuando mi hermano sale del aparcamiento, camino hacia la puerta, y siento como una gota me cae en la mano. Seguida de una en el brazo, y otra en la frente cuando miro hacia el cielo, que está cubierto de nubes tan grises que podrían pasarse por negras. Y otra gota, y otra, y otra.
Maldigo en voz baja al darme cuenta de que no tengo paraguas para volver a casa esta tarde y voy a tener que mojarme si sigue lloviendo, ya que Triss tiene que ir a recoger a su hermanito Lucas al colegio. Esperemos que pare no llover, aunque siempre puedo llamar a Jake si lo necesito.
Atravieso rápidamente el lumbral de la puerta y el pasillo está lleno de estudiantes con el pelo húmedo, parece que ellos también se han mojado. Con tanta gente ocupando cada metro cuadrado del pasillo no consigo localizar a mi mejor amiga, así que me dedico a dar empujones acompañados de codazos, y llego casi sin ningún rasguño a la clase. Ya veré a Triss en la hora del almuerzo.
-Claryyyyyyy- escucho a Kyle decir, o gritar, desde su sitio al final de la clase mientras mueve la mano indicándome que me siente a su lado. –Tengo un chiste nuevo- añade él, con entusiasmo en la voz y una gran sonrisa. “Qué raro” bromeo.
-El marido, totalmente borracho, le dice a su mujer al acostarse:
- Me ha sucedido un misterio. He ido al baño y al abrir la puerta se ha encendido la luz automáticamente.
- ¡No me lo puedo creer! ¡Ya te has vuelto a mear en la nevera!Esta vez si me río, y él se une. Nuestras risas llenan la habitación y siento como el aire ha cambiado de humor. Estoy feliz.
-Lo único gracioso ha sido cuando intentabas imitar la voz furiosa de la mujer. Parecía que estaban atropellando a un gato- lanzo, y nos reímos otra vez. De esas veces que te ríes tanto que empiezas a darle golpes a la mesa, este era el caso. Yo le daba manotazos a mi pupitre y Kyle aplaudía.