-Sabemos que todavía no tienes el carnet de conducir….pero te lo vas a sacar en menos de dos meses. Y, Clary, mi amor, te lo mereces. Es tuyo, todo tuyo- Explica mi padre, señalando el increíble y gigantesco todoterreno negro del aparcamiento, brillante y listo para ser usado. Pero no por mí…todavía no.
-¿Me lo puedo llevar a la playa? Por favor, por favor, por favor- suplico cual cría de 7 años con su brillante juguete nuevo, mientras doy saltitos haciendo sonar las llaves, que tintinean en mi mano. Estoy tan emocionada que podría ir a besar la carrocería de mi nuevo coche.
-Hija, ¿qué parte de ‘es tuyo’ no has entendido?- manifiesta mi padre suspirando. –Puedes hacer con él lo que te la gana. Pero intenta no estrellarlo, ¿vale?-
-A ver cómo sale esa parte…Lo intentaré.- Hago el gesto de rascarme la cabeza y se me achinan los ojos por la sonrisa dibujada en mi cara.
-Oye Clary, no es que no confíe en tus métodos de conducción…pero todavía no te has sacado el carnét …¿No puede conducir Triss?- interpela mi madre.
-¡Síííííííííí´!- grita mi mejor amiga, poniéndose a mi lado rápidamente. ¿Qué Triss escucha que alguien menciona su nombre…? Y ella está presente dos segundos después. Desastre.
-No.- Niego rotundamente, acompañando mi monosílabo con mi dedo índice, moviéndose de un lado a otro e indicando lo en contra que estoy.
“Venga ya” refunfuña ella a la vez que mi madre musita “Clary”
-Pero es mi coche nuevo….- me quejo y suspiro. -¿Papi?- pido ayuda, a ver si él se pone de mi parte y refuerza mi argumento.
-Humanas, Clary tiene razón. Ella conduce.- Mi padre las mira serio, y da una zancada hasta mi, con la palma de la mano en el aire, y yo levanto la mía, cuando las dos chocan, el sonido llena nuestros oídos y siento como formamos un equipo. Ambos las miramos con aire de superioridad. Ellas se quejan.
-NOS VAMOS- avisa Triss, y coloca sus manos en mi espalda, y me empuja más cerca del aparcamiento. Les tiro besos a mis padres y les digo que llegaré tarde.
Triss me lleva tan rápido que parece que corro, y yo me digo a mi misma que por qué no dejo de hacer tonterías y me subo en mi impresionante coche y salgo pitando hacia la playa.
Mis dedos rozan la carrocería, dejando pequeñas marcas de dedos y reluciendo encima del oscuro color. Mis pies se ponen instintivamente de puntillas y me permiten asomarme a través del cristal, para ver el interior.
Después de tres segundos de admiración total, mis talones vuelven al suelo y puedo ver mi aliento marcado en el impecable cristal, aunque en décimas de segundo desaparece.
-Clary, la baba- mi mejor amiga me limpia la baba imaginaria para burlarse de mí y Tom, saliendo de ninguna parte, se posiciona su lado.
-Hostia puta, Clary, qué banco has atracado.- Tom no saluda, no. Él piropea a tu nuevo coche, y ya después, a lo mejor, suelta un ‘hola’ o algo parecido.