Capítulo 14

461 37 14
                                    

Al fin y al cabo, los dos somos la enfermedad. Y recibimos de nuestra propia medicina.

Nada me impide salir causando la mirada fija de toda la clase, profesor incluido.  Mi mente trabaja casi tres veces más rápido, pero a la vez cuatro más lento. Cómo hemos acabado así. Todo estaba bien y perfecto hace unas horas, todo funcionaba.

El pasillo se hace interminable mientras intento llegar a la puerta de salida, parece alargarse un metro más en cada zancada que doy, y no estoy dispuesta a estar mucho más tiempo aquí, no puedo.

Cuando por fin estoy fuera, el aparcamiento está tan vacío como mi cerebro, ¡qué bonito símil! y mi corazón tan bien aparcado como mi inexistente coche de este aparcamiento. Supongo que ninguno de éstos me pertenece. No ahora.

Estoy tan pérdida que el hecho de volver a casa andando no ocupa un gran lugar de preocupación en mi cabeza, pero otra vez me lamento por la caminata y el frío que cala mis huesos, pero también es lo único que me mantiene distraída de mí misma, y de la realidad. Porque estoy yéndome del instituto dos horas antes, sin siquiera mencionar el hecho de que he llegado otras dos horas tarde.

Quién diría que en dos horas el día iba a meterse en una cápsula y dar la vuelta por completo. Y cuando saliera de esta cápsula, explotar, rompiendo todo lo que había construido en este corto tiempo. Dejándome sin nada, excepto un Harry llamándome puta y dejándome claro que no le importa nadie, y mucho menos yo. Pero el problema aquí soy yo, la que se ilusiona, la que se imagina futuro y la que antes de ganar, ya está perdiendo, aunque no le quede nada más para dar.

Mis mejillas no solo están congeladas, sino húmedas. Mojadas por mis lágrimas y empapadas en mis penas. Y no consigo recordar cuando empecé a notarlas mojadas, no sé cuando empecé a llorar, pero lo único que espero, es que no haya sido delante de nadie. Por favor, ojalá haya sido lo suficientemente fuerte para aguantar hasta que estuviera fuera de la vista de Harry.

Cuando mi cerebro está colapsado y mi dolor de cabeza es constante, veo mi casa, y hago un último sprint para llegar, ni sana, ni salva. Pero llegar.

-¿Qué va mal, Clary?- me pregunta mi padre antes de apoyar el pie en casa, mirándome preocupado y sin intuir qué pasa. Pero claro, quién se esperaría encontrar a su hija adolescente con los ojos rojos todavía, mojada, la cara descompuesta y con una ropa rasgada (punk) que no estaba en su armario hace unos días.

- ¿Qué va mal, papá? ¿Qué va mal?- consigo decir, entre el castañeo de mis dientes a causa del frío.  –Qué no va mal, mejor dicho.- Y él se lanza a abrazarme antes de que yo pudiera escaparme y encerrarme en mi habitación.

Él me aprieta fuertemente entre sus brazos y me susurra cosas como “Tranquila, shh…tranquila” pero yo solo puedo emitir un sollozo y una mueca en mi cara, pero que es cubierta por su pecho, porque me presiona fuertemente contra éste.

- Entiendo que tengas que hacer tu papel de padre protector y todo ese rollo de padres, pero si quieres seguir haciéndolo, suéltame antes de que me muera asfixiada.- digo, cogiendo una gran bocanada de aire en cuanto libera su agarre.   

-Lo siento- musita, esbozando una pequeña sonrisita de timidez, pero aun así en sus ojos sigue brillando la preocupación.

5 DAYSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora