Capítulo 11

517 46 3
                                    

“Por supuesto que voy a beber, mucho, de hecho. Y me lo voy a pasar en grande, niñita mimada. Ya decidiremos después como volver”

Gruño ante el mote y aparto la mirada. Vuelve a ser el idiota de siempre.

En cuanto llegan nuestras cervezas, me bebo mitad del vaso en un solo trago y solo paro para respirar. Cojo mi cerveza y decido ir a buscar a gente. Al fin y al cabo, en las fiestas se conoce a gente y se hace amigos a los que nunca  volverás a ver, o eso dicen.

Me acerco a un grupito de chicas que estaban sentadas alrededor de una gran mesa en la que había 30 botellas distintas de alcohol, todas ordenadas en fila por colores, desde el anís, de un color tan transparente como el agua, hasta alguna bebida que no consigo identificar, de un color azul cielo. Pero el azul de cuando hace buen día.

Todas ellas se gritaban entre sí para entenderse, y así todo el tiempo. Porque la que no estaba cuchicheando con una, estaba eligiendo un color de licor para bebérselo con otra.

Doy una gran zancada y cruzo una línea imaginaria que yo misma he inventado, y es como atravesar la línea del bien y el mal, porque en cuanto entro sé que no voy a salir sin siete chupitos en la mano.

Y así es, después de unirme a la conversación de las chicas, tenía delante de mis ojos 7 chupitos distintos, uno de cada color del arco iris. Y todas me cantan a coro “QUIÉN BEBE ES FELIZ, QUIÉN BEBE CANTA CON NOSOTRAAAAS”

Me animan para que me trague todos los chupitos, uno detrás de otro y el único descanso que hay entre cada uno es el tiempo que tardo en respirar.

Estoy tan animada que la canción no hace falta para que empiece a beber, y antes de darme cuenta voy por el chupito amarillo, y es una mezcla entre plátano y wisky que hace que me arda la garganta, incluso se me saltan las lágrimas de lo fuerte que es y lo mal que me sienta, pero quizás sean lágrimas de felicidad, porque la canción que están chillando las chicas es muy divertida.

Esto va así: Una bebe el chupito verde, y empieza a cantar “Quién bebe es feliz, quién bebe canta conmigo”, después, otra chica bebe del chupito verde, y se le une a la primera, las dos cantan “Quién bebe es feliz, quién bebe canta con nosotras” Y así, se unieron cinco más, y cantaban todas a la par mientras yo me emborrachaba cada vez más, y bebía mis siete mini vasitos de colores.

Cuando ya estoy totalmente mareada, y el último trago del chupito verde (que era el último de los siete) recorre mi garganta, empiezo a cantar a todo pulmón “QUIÉN BEBE ES FELIZ, QUIÉN BEBE CANTA CON NOSOTRAAAAS”

Y todas reímos a la vez, en realidad por nada. Pero nuestro grado de alcohol hace el trabajo por nosotras. Las chicas me avisan de que van a salir a la terraza, porque quieren jugar con la espuma, y yo acepto encantada a acompañarlas. Ni que decir que el alcohol habla por mí lo que mi cerebro no es capaz de procesar.

Dos horas han pasado cuando me siento, sola, en el césped de la terraza que no estaba lleno de espuma y me tumbo boca arriba. Con los brazos y las piernas muy estiradas y haciendo un ángel de nieve en el suelo. Pero sin nieve. Y en este caso, yo era un ángel muy feliz.

 

Una sombra cubre mi cuerpo, y noto que hay alguien mirándome desde arriba. Me preocupo un segundo, pero cuando su voz habla, mi cuerpo se relaja.

-Si sigues refregando tus brazos y piernas para hacer ese ángel vas a hacer un agujero en el césped- avisa mientras ríe. Noto como se mueve, y rápidamente él está a mi lado tumbado, y mirándome.

-Tienes razón, pero a que tú…uhmmm…a que túuuuu, no te has bebido el arco iris? ¿eeeh?- intento decir, pero el ruidoso hipo corta mis palabras cada tres segundos y dudo que él me haya entendido. Normal. Ni siquiera sé si yo me he entendido.

5 DAYSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora