Capítulo 26

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Me sonríe dulcemente y gracias a eso, mi hamburguesa sabe mil veces mejor.

[…]

35 Minutos después; con una hamburguesa, un par de cervezas y muchas patatas fritas en el estómago, volvemos al coche en lo que Clary empeñó que fuera una carrera. Ella ganó.

Sí, ella se puso pesada con su victoria otra vez. Y sí, yo disfruté de ello como un niño de 10 años.

-No me acuerdo de cómo se volvía a la playa, así que o me das indicaciones y volvemos a recoger tu precioso coche, o nos quedamos aquí, a la deriva como vagabundos, para siempre- Ella pone los ojos en mí, esperando las indicaciones.

-Vale, pero conduzco yo- Ordeno.

- En absoluto, es mi coche. Además, ¿para qué querría las indicaciones si conduces tú? Estúpido- Se cruza de brazos delante del volante y me mira con el ceño fruncido.

-Venga Clary, déjame conducir. Venga. Clary. Por favor- Pido juguetonamente, me hago el pesado y pongo los ojitos de perrito indefenso.

-No- Ella aparta la mirada, quizás incluso sepa que no se resistirá a esta carita si me mira.  Le doy unos toques en el brazo para que me mire y ella no cede.

“Claryyyyyyyyy…” susurro poniendo una voz más aguda.

“Harry” musita todavía con la cara todavía pegada a la ventanilla. Yo le doy otra vez un par de toques y al ver que me ignora, empiezo a darle toques por todas partes.

-Clary- repito una y otra vez y ella intenta no reírse. Un toque en el hombro. Un toque en la cabeza. Un toque en su pierna. Empieza a reírse cuando toco su rodilla y ella intenta detenerme cogiéndome la muñeca. Aprovecho la oportunidad y le cojo ambas muñecas. Tiro de ella hacia mí y su cuerpo se precipita sobre el mío. Bien, hemos avanzado un paso.

Ya solo me queda colocarme en el asiento del copiloto.

Ella tiene otros planes.

Encima de mí, con sus piernas alrededor de mi cintura, coge mis manos y las pone detrás de mi espalda. Mi fuerza triplica la suya y podría deshacerme de ella y de su cuerpo encima del mío en una milésima de segundo…pero no estoy muy seguro de querer hacer eso.

-Podemos quedarnos así todo el día, por mi va bien.- Ella arruga la nariz y yo le doy un beso justo donde se acaban de formar los pliegues. Supongo que no se lo esperaba, pero eso no hace que se quede atrás. Sus labios rozan mi cuello y deja un par de besos.

Esto es una tortura. Esto no puede ser sano. Necesito parar de provocarla si quiere llegar a su casa esta noche. Necesito que arranque el coche y vayamos a recoger el mío, quitarme algunos pajaritos que tengo en la cabeza, y dejar de fantasear con ella.

-Vale, entonces, ¿nos vamos?- Clary sujeta mis manos todavía, pero se estira y se sienta otra vez delante del volante. Mete las llaves rápido y le da vida al motor, que suena a nuevo.

Mi mano viaja a su muslo a la vez que digo “Sigue la carretera 81 hasta el cruce de W. central” Y ella suspira.

5 DAYSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora