Capítulo Trece

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Querido hermano,

Primero que todo, quiero que sepas que estoy bien. Probablemente aún estás agitado por no encontrarme en mi habitación y más al ver que mis cosas no están. Pero quiero asegurarte que me encuentro perfectamente, así que por favor cálmate.
Como ya te habrás dado cuenta, me fui de la casa y la razón de mi partida es el amor. Ya sé que debe sonar muy cursi, pero es la verdad y espero que lo que te voy a contar a continuación, puedas recibirlo con tranquilidad y paciencia. No será fácil, pero confío en que me quieres lo suficiente como para dejar tu rencor a un lado y permitirme hacer mi vida con el hombre que amo.
Hace poco más de un mes que tengo una relación con Christopher Uckermann. Se perfectamente que siempre me dijiste que me alejara de él, pero un día comenzamos a hablar y de a poco nos fuimos conociendo y enamorando. Te juro que no lo planeamos, solo ocurrió y contra el amor que sentimos no pudimos hacer nada. Aunque si te soy sincera, tampoco quise hacer algo para evitarlo. Sobre todo porque yo ya sentía cosas por él incluso antes de que empezáramos a hablar.
Decidimos irnos porque estábamos cansados de escondernos y no poder vivir nuestro amor en paz; pero también porque yo me di cuenta que nuestra relación no sería viable con ustedes dos cerca el uno del otro. El día de la fiesta noté que se odiaban demasiado y que el amor que sentía por los dos no era compatible con mi relación. Lamentablemente, tuve que elegir y lo elegí a él. Tú siempre vas a ser mi hermano y te querré toda la vida, a él lo habría perdido para siempre.
Probablemente en este momento debes sentirte molesto y traicionado por mi, no te juzgo, pero tampoco te pediré perdón. El conflicto que tienes con Christopher es algo de ustedes y yo no tengo porqué pagar por ese odio. Solo espero que algún día puedas entenderme y podamos retomar nuestra linda hermandad.
No dudes por un instante de que te quiero, eres un gran hermano y te agradezco por todo lo que has hecho por mi. Pero tenía que irme, tenía que pensar en mi y en mi felicidad al lado del hombre que amo, así como tú encontraste la tuya al lado de Annie.
Por favor, no intentes buscarme. Yo prometo mantenerme en contacto.
Asegurate de que mamá y papá lean la carta que les dejé.

Te quiero.

Dulce María.

Poncho arrugó la hoja de papel que acababa de leer hasta convertirla en una bola, mientras sentía su pecho subir y bajar violentamente producto de la agitación. Sentía que su corazón estaba por salirse del pecho y su cabeza era un volcán a punto de estallar. Se acercó al escritorio de su hermana y lo único que pudo hacer fue botar al suelo todo lo que había sobre él, al mismo tiempo que lanzaba un grito de ira y desesperación.

¡Maldito hijo de puta!, era lo único en lo que podía pensar, logró meterse en la vida de su hermana, enamorarla y convencerla para que se fuera con él. No dudaba que Dulce lo amara, pero estaba absolutamente seguro que Christopher no podía quererla, no podía querer nada bueno con ella. La estaba utilizando para llegar a él y hacerle daño. Recordó las palabras que pronunció en su fiesta "tu hermana no necesita nada para meterse a mi cama" le había dicho. ¡Qué imbécil! Cómo pudo ser tan ciego y no notar lo que estaba pasando. Cómo pudo permitir que esto pasara.

—¿¡qué pasó aquí!? —dijo su madre al entrar en la habitación.

Blanca sintió los ruidos y gritos provenientes del cuarto de su hija y subió de inmediato. Ahora, veía a Poncho en el suelo con un desastre a su alrededor.

—Respóndeme Poncho —exigió al no obtener respuesta. Se arrodilló frente a él y tomó su rostro entre sus manos para que la mirara—. ¿Qué pasa? ¿Dónde está Dulce?

—Se fue —respondió molesto.

—¿Cómo que se fue? ¿A dónde?

Poncho se levantó y se acercó a la cama de su hermana, donde descansaba la otra carta que había escrito, dirigida a sus padres. Se sentó mientras esperaba a que Blanca leyera la carta y cuando terminó, solo había confusión en su mirada.

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