Capítulo Veintitrés

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Dulce suspiró al encontrarse nuevamente en aquel lugar. La última vez que había estado ahí, había sido para la fiesta de cumpleaños de Christopher. Esa fiesta había marcado un antes y un después, ya que a partir de esa noche todo se había complicado para los dos. Se acarició el vientre casi de forma instintiva, pues también esa noche Chris y ella habían creado esa vida que tenía en su interior.

Notó como la mano le temblaba cuando tocó la puerta. Le había costado mucho tomar la decisión de ir hasta allá, pues no sabía con lo que se encontraría. Ayer se había dado cuenta de que Christopher le decía la verdad, que la amaba sinceramente y que, en el fondo, ella siempre lo había sabido, pero que se negaba a creerlo. Sin embargo, había algo que debía resolver antes de comenzar una vida con él y eso era saber toda la historia, incluyendo aquel oscuro pasaje que había iniciado todo este espiral de mentiras, engaños y venganzas. Y para ello debía hablar con la protagonista de la historia, pues ni Christopher ni su hermano le dirían lo que había ocurrido hace tantos años ya.

—Dulce —dijo Maite, extrañada por verla ahí

—Hola Maite —la saludó con una sonrisa.

—Wow, estás enorme —no pudo evitar comentar con emoción—. Con razón mi hermano anda como loco este último tiempo. Te ves muy linda, de verdad.

—Gracias —entró en la casa al ver que la morena se hacía a un lado.

—Tú dirás, ¿para qué soy buena? —preguntó cuando estuvieron en la sala.

Dulce suspiró esperando que Maite quisiera contarle lo que quería saber. De lo contrario, no sabría qué hacer, pues no se creía capaz de seguir adelante con esta incertidumbre.

—Quiero hablar contigo sobre algo delicado —comenzó cautelosa. Hizo una pausa buscando las palabras bajo la atenta mirada de la morena—. Estas en todo tu derecho de decirme que no, pero necesito saber lo que pasó entre Poncho y tú.

Para sorpresa de la pelirroja, Maite sonrió. Hubiese esperado que ella se mostrara reticente a hablar sobre ello, sobre todo considerando que tanto Poncho como Christopher se mostraban sombríos al respecto, pero ella solo bajó la mirada y asintió.

—Ya me estaba preguntando cuándo vendrías a pedirme esto. ¿Christopher no quiso contártelo?

—Ni siquiera se lo pregunté, Poncho me aseguró que no me lo contaría.

—Tenía razón, no lo habría hecho —extendió una mano hacia ella—. Ven, vamos a mi cuarto.

Se acercó a Maite y ella la tomó del brazo para guiarla. Afortunadamente la habitación estaba en el primer piso de esa enorme casa, pensó Dulce, pues no habría sido capaz de subir las escaleras, no de forma digna al menos. Cuando llegaron, la morena cerró la puerta y le indicó que se sentara en la cama, mientras ella se sentaba en una silla para que ambas quedaran de frente.

Maite respiró profundamente antes de comenzar a revelar la historia que por tanto tiempo había guardado. Solo se la había contado a Christian, pues no se creía capaz de comenzar una relación nueva sin que su pareja conociera la verdad de su pasado. No pensó que volver a recordarla tuviera el poder de afectarla tanto, ya habían pasado varios años y no sentía nada por Alfonso, a estas alturas del partido, ya ni siquiera rencor. Todo lo que había pasado con Dulce y su hermano, la había hecho darse cuenta de que todos esos sentimientos negativos que había guardado, la habían envenenado.

Dulce escuchó atentamente la historia que la morena relataba, a cada momento más incrédula y asqueada por lo que su hermano había sido capaz de hacer. Al igual que ella, Maite había sido engañada, pero con fines, sin duda, más viles, pues el móvil que había tenido Poncho había sido una apuesta que había establecido con Joaquín Mascaró, otro chico de su salón. Y no conforme con aquello, había hecho que Maite se dejara tomar unas fotos íntimas, que habían salido a la luz poco después de que ella se enterara de toda la verdad sobre la apuesta.

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