Capítulo cinco

1.3K 86 7
                                    

Definitivamente habían escogido un día perfecto para ir a la playa, pensó Dulce mientras ponía sus pies descalzos sobre la arena. El cielo estaba despejado, las olas rompían suavemente en la orilla y al ser día de semana casi no había gente. Respiró profundamente el aire puro que le regalaba el lugar, como para impregnarse de la tranquilidad que ahí se sentía.

Miró a su lado y se percató que Christopher la estaba mirando fijamente, de una forma extraña que no sabría describir. Le regaló una sonrisa y preguntó

—¿Qué?

Chris le sonrió de vuelta y acortó la distancia entre ellos, poniendo sus brazos alrededor de su cintura.

—Nada —respondió encogiéndose de hombros—. Te ves feliz y eso me gusta.

El corazón se le aceleró ante su cercanía. Se preguntaba si alguna vez se acostumbraría a esto y su cuerpo dejaría de ser tan evidente ante él.

—Es que me gusta mucho la playa y hace tiempo que no venía.

—¿Por qué? —preguntó Chris, aun sin soltarla.

Dulce se aclaró la garganta, sabiendo que la respuesta que daría a continuación pondría las cosas tensas.

—A Poncho no le gusta —dijo mirando el suelo. Chris la soltó y se sentó en la arena

—Tu hermanito es un amargado.

—Chris —dijo en tono de desaprobación mientras se sentaba a su lado.

—¿Qué? —preguntó inocente—. Es la verdad.

—¿Por qué se odian tanto? —se aventuró a preguntar. Era ahora o nunca.

Christopher suspiró, como si no encontrara las palabras para explicárselo.

—Siempre nos hemos odiado, desde que nos conocemos —mintió.

—Eso no es cierto, yo recuerdo que fueron amigos en la prepa—se encogió de hombros—. Hasta recuerdo que llegué a pensar que Poncho salía con tu hermana, pero nunca supe si realmente fue así.

En ese momento Christopher se dio cuenta de que Dulce no tenía idea de nada, pero no era el momento de contarle, tampoco era él quien debía contárselo.

—Mira Dul, simplemente él me cae mal y yo le caigo mal, es todo. Y por favor no hablemos más del tema —dijo un poco irritado, luego miró hacia el mar para intentar calmarse. Hablar de Poncho lo ponía de muy mal humor, ya que era inevitable recordar a Maite y el sufrimiento que él le había causado. Además lo enojaba ver que Dulce lo tenía como en un pedestal, sin conocer realmente lo que su hermano había sido capaz de hacer.

—ok, ok —dijo poniendo las manos en alto como en son de paz—.

Christopher la miró y soltó una carcajada ante su gesto. Retrocedió un poco la cinta y volvió a la parte donde Dulce le mencionó la prepa. No recordaba haberla notado en ese tiempo, ¿habría estado de viaje?

—¿cómo es que no te recuerdo cuando íbamos en la prepa? ¿La hiciste fuera del país o algo así?

Dulce rió ante su ocurrencia.

—No, siempre estuve aquí, pero creo que nunca he sido el tipo de chica con las que sales Christopher —dijo burlona.

—¿A qué te refieres? —preguntó frunciendo el ceño.

—Ya sabes, altas, rubias, con curvas... perfectas.

Lo dijo sin rencor y más bien como un hecho irrefutable. Dulce había aprendido a mirar a Chris desde la distancia, desde esa distancia se había enamorado de él, como una fan se enamora de su cantante favorito y también desde esa distancia lo había visto desfilar con un sin fin chicas, y si bien le molestaba no ser ella quien pudiera compartir un momento íntimo con él, no era algo que le quitara el sueño. Él no la conocía y no le debía nada. Hasta ahora. Si hoy viera a otra chica entre los brazos de Chris, probablemente le dolería mucho, pero de alguna u otra forma sabría atesorar estos momentos que han pasado juntos.

EngañadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora