Capítulo cuatro

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La tomó del brazo y la pegó a su cuerpo. Puso los brazos de ella alrededor de su cuello y sus manos en la cintura de la chica, estrechándola contra su pecho. Mientras bailaban, pensó que los ojos de Dulce eran los más lindos y brillantes que jamás había visto y terminó perdiéndose en esa mirada color avellana. A través de ellos pudo ver su inocencia y nerviosismo, pero también pudo verla a ella, transparente, sincera, totalmente diferente a las otras mujeres con las que había estado. Dulce se mostraba ante él tal cual era y percatarse de eso hizo que el corazón le diera un vuelco. También se fijó en sus labios y se preguntó si probarlos sería tan delicioso como se imaginaba.

Dulce se sentía completamente a gusto entre sus brazos. Sencillamente era como si calzaran, como dos piezas de un puzzle. Estaba nerviosa y sabía que él se daba cuenta, pero no podía evitarlo, estar tan cerca de él, sentir cómo su calor se transmitía a través de su contacto y cómo su perfume entraba por sus fosas nasales provocaba que se le erizara la piel. Su mirada penetrante la hacía sentir deseada, algo que nunca había sentido y quería que él satisficiera su deseo con ella. Justo cuando pensó eso notó como él aproximaba sus labios a los de ella.

Ya casi podían saborear los labios del otro, cuando sin previo aviso la música volvió a cambiar, logrando que ambos se desconectaran del intimo momento que compartían. Christopher detuvo el camino hacia sus labios y en su lugar la besó en la mejilla, ante lo cual ambos sonrieron, como avergonzados ante lo que pudo haber sido y no fue.

—Creo que es mejor que nos vayamos, es tarde —dijo Chris, tratando de despejar su mente.

—Tienes razón

Salieron del lugar en silencio y así mismo continuaron hasta llegar a la esquina de la casa de Dulce. Era como si ya no hubiera más que decir, o tal vez miedo a decir algo que arruinara el momento que casi habían compartido.

Christopher se bajó del coche y le abrió la puerta para ayudarla a bajar.

—Gracias por llevarme Chris, me la pase muy bien —dijo finalmente.

—Yo también —le sonrió.

Nuevamente el silencio entre ambos se presentó. Ninguno sabía qué decir, pero ambos estaban seguros de que no querían que ese momento terminara.

—Ya me tengo que ir, gracias de nuevo —se aventuró a decir con una sonrisa.

Antes de que la pelirroja pudiera decir o hacer cualquier cosa más, Christopher en un rápido movimiento la acorraló entre el coche y su cuerpo

—No Dulce —dijo casi en un susurro ante el anhelo que le provocaba poder sentirla más cerca todavía—. No puedes irte sin que te bese primero —dijo antes de posar sus labios sobre los de ella.

♥♥♥

No podía dejar de dar vueltas en la cama, el beso con Dulce aun no se borraba de su mente. Había sido el beso más exquisito que había dado en sus 25 años de vida, había sido mágico, increíble, sencillo y... ¡Dios! No le gustaba como se estaban poniendo las cosas, no tendría por qué estar sintiendo esto, menos por Dulce, pero ella era especial, era... ¡mierda! Por qué no podía sacarse a esa pelirroja de la cabeza.

Flash back

Dulce enredó sus brazos alrededor de su cuello mientras ambos se deleitaban con el sabor de sus labios. En ese momento Chris confirmó que besarla era igual o más delicioso de lo que se había imaginado, los labios de Dulce eran suaves y carnosos, perfectos. Imaginó que a Dulce nunca la habían besado, al menos no de verdad, pues notó que ella no supo qué hacer cuando él metió su lengua entre sus labios. Se sobresaltó de repente, pero continuó con el beso y hasta en un momento se aventuró a ser ella la que movía su lengua sensualmente para él.

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