Capítulo Doce

1.1K 83 6
                                    

El aire podía cortarse con un cuchillo. Desde que Christopher había confesado sus verdaderos sentimientos hacia Dulce, ninguno de los tres había pronunciado una palabra. Maite, como en piloto automático, se desplazó rápidamente a conseguir hielo para Christian, siendo cuidadosa para que sus tíos no sospecharan nada de lo que ocurría en el patio. Cuando volvió le entregó la bolsa a su novio y desde ese momento ninguno se atrevió a decir nada. Cada uno estaba en su propio mundo. Por un lado, Christian estaba acostado boca arriba en uno de los sillones de la terraza, mirando a la nada en silencio, mientras sostenía la bolsa de hielo sobre su ojo. Christopher, por su parte, se mantuvo de pie en el mismo lugar, esperando la reacción de su hermana. Y Maite solo se sentó en una silla, procesando la información que había recibido.

Sinceramente no había sido una sorpresa para la morena, pues lo sospechaba desde ese día que los vio en la universidad. Nadie conocía mejor a Christopher que ella y se dio cuenta que estaba enamorado de Dulce por la forma en la que la miraba, la misma mirada que descubrió en él cuando hablaron en su departamento. Ahora se reprendía a sí misma por no haber confiado más en su instinto y haber enfrentado a su hermano desde el primer día, directamente, en vez de las tontas trampas que comenzó a ponerle para hacerlo confesar. Pero lo cierto es que también estaba muy molesta con él, por su falta de confianza y honestidad.

—No puedo creer que te hayas enamorado de ella —dijo Christian aun mirando a la nada, rompiendo con el absoluto silencio que mantenían.

Christopher no respondió, no tenía por que dar explicaciones sobre sus sentimientos, no a él por lo menos.

—Es la hermana de Poncho, ¡Por Dios! —continuó, al ver que no recibía respuesta—. ¿No te das cuenta que ahora ese imbécil te tiene en sus manos? ¿tú crees que te va a dejar tener una relación con su hermanita?

—No le voy a pedir permiso —respondió Christopher, desafiante —. Y tampoco a ustedes.

Maite bufó molesta ante el comentario de su hermano y se levantó para encararlo.

—¡Ay, Christopher! —dijo con amargura—. Jamás hubiese esperado que nos pidieras permiso. Lo mínimo que esperaba de ti era que me tuvieras confianza, la misma que nos hemos tenido toda la vida y me contaras lo que te estaba pasando.

—No era fácil de contar —mencionó esquivando la mirada de su hermana.

—Claro, era más fácil engañarme ¿verdad? —se cruzó de brazos —. ¿Tú crees que no me había dado cuenta de tus verdaderos sentimientos hacia Dulce? —esperó una respuesta, pero él ni siquiera la miraba —. ¡Lo sé desde que los vi en la universidad! No fue difícil darme cuenta que era ella la chica que amabas. ¿Y sabes qué?, me sentí feliz por ti, porque te vi enamorado. Y esperé a que te acercaras a mi, que me lo contaras, pero nunca lo hiciste y me duele. Me duele que me hayas ocultado algo tan importante para ti —calló por un momento para ver el rostro de su hermano—. Y ahora vienes, te molestas con nosotros y golpeas a Christian, como si fuéramos tus enemigos. Cuando solo actuamos a partir de lo que tú nos decías —Negó con la cabeza en signo de reproche —. Por favor, hazte cargo de tus acciones y no expíes tus culpas con nosotros.

Christopher recibió las palabras de Maite en silencio, sabiendo que merecía cada una de ellas. Había sido un cobarde, de nuevo dejando que ciertos sentimientos sobrepasaran a los que eran realmente importantes.

—Yo... Lo siento... No quise engañarlos. Es decir, al principio me negaba a creer que me estaba enamorando de ella. Quería odiarla, o que al menos me fuera indiferente para poder llevar a cabo el plan y solo podía convencerme si me lo repetía una y otra vez, al igual que a ustedes —respiró hondo —. Y cuando estuve seguro de mis sentimientos... No se, sentí miedo de fallarte May, de que te sintieras traicionada por haberme enamorado de la hermana de quien te hizo tanto daño. Pensé que si te enterabas de todo, pensarías que ya no me importaba lo que Alfonso te había hecho.

EngañadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora