CAPÍTULO 19: Liam ♡

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Domingo, 16 pm.

Oí el llamado a la puerta, confusa volteé observando la misma.
Me encontraba en el escritorio de Amy con mi portátil, enviado unos emails a mi padre con algunos archivos. Por supuesto, cambié mi nombre de cuenta.

-¿Quién toca la puerta?- me pregunté a mi misma confusa.

Me encaminé a la puerta, tomando el picaporte con mi mano, abriendo la misma. Apreté mi ceño confusa cuando vi a Alex con una gran sonrisa en su rostro.

-¿Y eso? ¿A que ha venido ese llamado?- sonreí.

-¿Estás ocupada?-

Fijé mi atención en dirección a la portátil por unos segundos. Antes de regresar a Alex.

-No. Ya no- confesé.

-Genial. Ven- pidió.

-¿Qué? ¿Qué sucede?- pregunté, extrañada.

¿Y ese misterio?.

-Ven, vamos a la cocina- insistió.

Lo seguí, cerrando la puerta de la habitación.
Al ingresar a la cocina me encontré con un plato con una porción de algo sobre la mesa.

-¿Y eso?- acaricié mis brazos. Confusa.

A medida que me fui acercando más, pude distinguir de que se trataba.

-Tú madre me dijo que es tú torta preferida. La torta matilda- dijo, señalando la porción.

Lo miré. Notando que acababa de llegar. Incluso el casco de su moto se encontraba apoyado sobre la mesa.

-Anda. Prueba- insistió. Entusiasmado -Ven...- incluso corrió la silla hacia atrás.

-No entiendo...- negué con la cabeza.

-¿Entender que?. Ven, siéntate y come un poco- se acercó, empujandome en dirección a la silla. Me obligó a sentarme con suavidad -Debo regresar al trabajo en unos minutos-

Levanté la mirada.

-¿Te has escapado?-

-Algo así- sonrió, mostrando su perfecta dentadura -Anda, prueba-

De acuerdo.

Corte un poco y me lo lleve a la boca. Delicioso. Es verdad que es mi torta favorita. Todo chocolate. La amaba.
Corte otro poco, sintiendo el peso de su curiosa mirada sobre mi.

-¿Y? ¿Qué tal?-

-Muy buena- asenti. Sastifecha con el sabor. Pasando mi lengua por mis labios para quitar cualquier rastro de excedente -¿Quieres?- le ofrecí.

Su mirada pareció brillar antes de acercarse y comer un poco. Apoyando una mano sobre mi silla y la otra sobre la mesa.

-¿A qué es la mejor torta?-

-Lo es- afirmó. Acercando una de sus manos a mi boca, limpiando muy cerca de la comisura de mis labios.

Aquel cosquilleo volvió a adueñarse de mi cuerpo. Llevábamos tres días en los que apenas intercambiamos palabra alguna. Alex se encontraba realmente ocupado. Con sus trabajos y el Bar. Apenas podíamos vernos, desde esa noche.

Una débil sonrisa se adueñó de mis labios. Entonces, su boca se abrió paso en la distancia qué nos separaba. Acercándose cada vez más y más. Hasta que sus labios se adueñaron de los míos, con ternura.

Lo añoraba. No me había dado cuenta hasta ese momento, pero lo hacía. Y mucho.

Mis labios respondieron a su beso. Hasta que se volvieron más hambrientos, exigiendo más.
Mis brazos se adueñaron de su cuello, profundizando más aquel beso. Obteniendo un jadeo de su parte.

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