CAPÍTULO 21: Vestigios ♡

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Salí de la habitación cerrando la puerta con mucho cuidado. No quería hacer ruido.
Deambule por los pasillos en dirección a la cocina. Observando con curiosidad algunas de las fotos que decoraban las paredes. En la mayoría de ellas se encontraba Ana rodeada de un montón de niños. Con el fondo de la casa o de una de las habitaciones. Todos sonreían felices.

Felices con tan poco. Por tan poco.

Una de las fotografías llamó mi atención. En ella se encontraban Alex, Clary, Amy, Brian y Brad junto a tres niños más y Ana. En lo que parecía ser un día de picnic. Alex lucía mucho más joven. Delgado. Y con un aspecto bastante rebelde. Tendría entre catorce y dieciséis años de edad.

-Si que me han sacado canas verdes....- susurró aquella familiar voz femenina a mi lado.

Di un pequeño salto del susto. Volteando en su dirección. Ana, observó aquel retrato con añoranza.

-Pero son buenos niños...- me miró. Sonriendo con cariño -¿No has dormido bien, querida?-

-Oh....No. Yo, solo.... tengo un poco de hambre- mentí.

Una débil sonrisa se adueñó de los labios de aquella mujer. Por un momento creí que había caído en mi mentira.

-Debes practicar más. Mentir no es tú fuerte que digamos- se encaminó a la cocina -Ven, te prepararé algo de desayunar- me invitó.

La seguí. Un poco avergonzada por haber sido pillado.

Más sabe el diablo por viejo que por diablo, querida.

Tomé asiento, sin poder evitar sentirme un poco incómoda por toda aquella situación. Ana sigue siendo una desconocida para mi.

-Te traeré más fotos. Tengo un álbum repleto de ellas- soltó, preparando el desayuno -Alex siempre fue un niño tan travieso que apenas tengo fotos de él. La mayoría son borrosas-

Sonreí de lado, al imaginarlo corriendo por todos lados. Jugando con otro niños o haciendo travesuras.

Al cabo de unos minutos, Ana me sirvió una taza de café acompañada de unas deliciosas facturas. Y tras colocar el álbum amarillo de fotos sobre la mesa de madera, tomó asiento en frente de mi, acompañándome para desayunar.

-Mira esta- señaló, pasando las páginas de a una por una. Lentamente -¡Oh! ¡Y está!. Amy siempre fue una niña muy dulce y hermosa. Con ese vestidito que tanto adoraba. Tan tímida....- sonrió.

No pude evitar esbozar otra sonrisa ante la mirada dulce de aquella mujer. Una gran madre.

No mucho tiempo después ella se retiró con la escusa de que debía de despertar a sus niños para el colegio.
Así que seguí pasando las páginas del gran álbum amarillo, con el objetivo de llegar hasta el final. Con cada foto se podía notar una cosa: eran felices con tan poco. Incluso el día que recibieron cajas o comida como regalo.
Hasta que me detuve en una foto en particular. Volvieron a aparecer los cinco hermanos. Muchos más jóvenes que aquel retrato del pasillo. Apreté mi ceño cuando pude distinguir a una persona.

¿Qué es esto?.

De repente, el álbum se cerró de golpe, asustandome.
Levanté la mirada.

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