PRÓLOGO: Un nuevo inicio ♡

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Todo pasa en frente de mis ojos como sí fuese ayer. Los recuerdos se repiten en mi mente como un libro al que vuelves a leer.

Y ahora, aquí sentado mirando a ese niño de 8 años jugando a la pelota, me hace recordar mi pasado. Cuando yo era un niño. Cuando me convertí en un hombre con tan solo 8 años de edad.

Hace 16 años atrás un acontecimiento cambió mi vida para siempre.

Mi maldita infancia era un desastre. Vivía con esas dos personas a la que la mayoría de los niños los llaman: padres. Pero jamás lo fueron para mí.

Para mi eran simples desconocidos.

El hombre que solía ser mi padre, trabajaba todo el día.Jamás tenía tiempo para mi, su hijo, o su esposa.

Y mi madre, era una puta adicta. Pasaba la mayor parte del tiempo en casa, y beneficiandose de la ausencia de mi padre invitaba a sus "amigos" para meterse toda clase de cosas a sus cuerpo. Fumando. Bebiendo. Sexo.

Aquellos amigos de mi madre se convirtieron en mis enemigos. Borrachos, drogados, me lastimaban quizás porque para ellos era divertido o simplemente necesitaban alguien con quien desahogar sus frustraciones. Hasta el punto de dejarme inconsciente. ¿A mi madre?, no me importaba una mierda, estaba tan sedada por las drogas que sus amigos le vendían que no recordaba ni su propio nombre.
Más de una vez follaban en frente de mí.

Fue un infierno.

Un día me dije: ¡A la mierda con esto! ¡A la mierda con todo!.

A la mierda con esta casa, a la mierda con esta familia que jamas lo llegó a ser para mi.

Así que una noche, cuando mi madre estaba borracha, me fugue por la ventana.
Me llevé lo que cualquier niño llevaría.... Su ropa, su muñeco... Sus libros... y aquellos horribles recuerdos deambulando por mis pensamientos.

Salí por la ventana y camine por las calles heladas, pero sentía que estaba más seguro aquí afuera, que en lo que nunca fue mi hogar.

Me sentía libre,solo, pero libre.

No tenía que comer, no tenía un techo.... pero me sentía mejor aquí afuera.

Lo normal es que cuando un niño huye de su casa los padres lo buscan desesperadamente, por los medios de comunicación o por la policía. Sin embargo, ellos jamás me buscaron.
No fui un hijo deseado. Y sus vidas estaban llenas de mierdas que no les importaba nada.

Divague por las calles hasta que un día me dio tanta hambre que comencé a buscar en los contenedores de basura. Urgando como una rata o un perro callejero.
Estaba seguro que "del otro lado", los contenedores estaban repletos de comida deliciosa, pero aquí solo encontraba bolsas vacías, colillas de cigarrillo, botellas de licor, condones.

-¿Estás sólo?-

Aquella voz femenina me obligó a levantar la mirada, asustado.
Después de pasar un buen tiempo en la calle, me hizo desconfiar aún más de las personas, de los borrachos, de las personas armadas hasta los dientes.

Desconfiaba.

Me encontré con una señora de unos cuarenta años de edad. Su cabello es blanco y su sonrisa angelical demostraba que no era peligro. Sin embargo, muchas personas son expertas en el arte de engañar.

Retrocedi un par de pasos, asustado. Miré a mis alrededores buscando las posibles salidas para huir. Estaba en un callejón.

-Tranquilo, no te haré daño- aseguró, en tono suave -Sé que es difícil, pero confía en mí-

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