Capítulo 22: Heaven's Peak y Jon

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Poco a poco los colonos comenzaron a descender del imponente barco que había sido su prisión y su salvación durante 3 meses. Jon había crecido en Londres, por lo que estaba acostumbrado a la vida en una ciudad, sin embargo, Heaven's Peak podía ser lo suficientemente grande como para ser considerada una ciudad en Inglaterra, pero...al mismo tiempo olía diferente. En Inglaterra los humores de la ciudad se concentraban al menos una milla antes de llegar a la urbe, pero aquí en Heaven's Peak el hedor era mucho menos pronunciado. Tal vez era por los grandes espacios alrededor de la ciudad. Llenos de bosques y montañas.

        —¿Qué no es hermoso John Black? —Le preguntó Mary O'shea. En la distancia podía ver una montaña azul, alta, muy alta, con densa neblina en la cumbre y una falta hecha por el bosque de pinos y robles.

        —Sí, lo es. —Respondió Jon.

       Cuando los dos jóvenes descendieron del barco fueron recibidos por varios religiosos que les regalaron crucifijos y pan. A Jon le dieron un crucifijo de metal, muy rudimentario, dos hilos de hierro soldados por la mitad, unidos a una correa de cuero.

       —¡Bienvenido a Heaven's Peak hermano! Este no es el fin del mundo, sino un nuevo inicio para todos. La purísima virgen María vela por todos nosotros como si fuésemos su propio hijo que murió en la...

       —¡Déjenlo en paz! —Exclamó Mary. —Él no es católico y no lo van a poder convencer de convertirse en el catolicismo con un discursito como ese. Yo soy irlandesa y hasta estoy pensando abandonar la fe con hombres convenencieros como ustedes.

        Además de los católicos, los había protestantes, luteranos, anglicanos y puritanos. Todas las ramas de la cristiandad apiladas en los amarraderos esperando captar nuevos miembros entre los recién llegados. Mientras la columna de colonos descendía y caminaba por la ciudad, Jon se dio cuenta que eran escoltados por hombres armados hasta el centro del pueblo. En la alcaldía que aún se estaba construyendo, estaba un hombre sentado en una silla pintada de oro con cojines escarlatas. Custodiado por casacas rojas imperiales. Cada uno de ellos tenía un mosquete en sus manos mirando al frente sin moverse. 

        Cuando finalmente todos los colonos se juntaron, el hombre tomó un bastón que tenía junto en los brazos de su silla y se levantó. Él era un hombre de mediana edad, de cabellera castaña con sienes grises, de ojos azules, que vestía una casaca azul con camisola fina blanca, pantalón café y un chaleco de terciopelo negro con un corbatón militar escarlata.

        —¡Bienvenidos a Heaven's Peak! —Exclamó el hombre con voz animosa. —Yo soy George Danton. Gobernador vitalicio de esta colonia, a partir de este momento, no importa aquello que hayan hecho en el viejo mundo, no importa sus crímenes, sus pecados o las persecuciones. Aquí en Heaven's Peak todos ganamos una segunda oportunidad en la vida. Aquí en Heaven's Peak nuestro futuro empieza hoy. Pero es responsabilidad de todos en esta colonia protegernos como hermanos. Sin importar nuestra sangre, o nuestro Dios. Los conflictos del viejo mundo han muerto. Es por eso que tendremos las siguientes leyes mandatarias para todos y todas. Primero; tanto hombres como mujeres estarán obligados a bañarse tres veces a la semana. Si no tienen bañera, deberán usar los baños públicos. Todo aquel que no cumpla con esta norma será desterrado. Segundo; todos los hombres y mujeres solteras deberán ganarse el pan. Aquellos que no tengan un trabajo asegurado, trabajarán en las granjas comunales. No habrá vagancia ni indecencia pública. —El hombre siguió hablando, sin embargo Jon se sentía extrañado, más que leyes, parecían más bien mandamientos y George Danton, actuaba más como un mesías que como un gobernador.

Dignidad y DestierroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora