—Te debo una. —Le dijo Genever a Sarah, mientras eran escoltados por los hombres del capitán Beaumont hacia la alcaldía.
—No me lo agradezcas aún. —Respondió Sarah. —Aun no estás a salvo, el gobernador Danton es conocido por ser un hombre de rectitud, no verá con buenos ojos que hayas mentido sobre tu título... "Sir".
—Ja, créame cuando le digo señorita Jones, justo ahora, tengo más posibilidades de sobrevivir como un campesino, que como un caballero.
—Bueno, lo comprobaremos tarde o temprano. —Respondió Sarah Jones.
Después de unos minutos caminando por la ciudad, llegaron a la alcaldía. La bandera del imperio ondeaba en la brisa, que cambiaba de dirección hacia el puerto,
Sobre su corcel, el capitán Steven Beaumont se dirigió hacia uno de los guardias que yacían custodiando la entrada a la alcaldía. El capitán ordenó que le dejaran pasar, pues tenía un asunto que tratar con ellos.
—¿Capitán Beaumont, qué asunto viene a tratar? —Le preguntó el guardia.
—Me gustaría decir que es uno de vital importancia, pero estaría mintiendo. Aun así, requiero del consejo del gobernador Danton para la aplicación de la justicia sobre uno de los colonos.
—¿Qué usted no puede hacerlo? —Le preguntó el guardia otra vez.
—Si pudiese hacerlo en este caso no estaría aquí, ahora decidle al gobernador que necesito una audiencia y pronto. —Ordenó el capitán Beaumont.
El muchacho asintió con la cabeza. Y no era porqué el capitán Beaumont fuese un hombre inteligente o elocuente, sino que, en realidad, aquel muchacho se aterraba con la sola presencia de Beaumont. ¿Y por qué no? Solo por debajo del gobernador, Beumont tenía el mayor poder de la colonia.
—Adelante. —Respondió el guardia. El Capitán Beaumont, dos de los hombres que llevaban a Genever, Sarah y el mismo Genever, se le permitió el ingreso al interior de la alcaldía hacia la oficina del gobernador. A Genever le impresionaba como es que el interior le recordada mucho a una oficina de la oficialidad del ejército en Inglaterra, incluso las pinturas que colgaban de los muros, eran escenas de batallas y de navíos imperiales navegando en tormentosas aguas mientras disparaban sus cañones.
Al subir por la escalera de caracol hacia el segundo piso y al despacho del alcalde, Genever quedó sorprendido con aquel hombre que yacía en la puerta, un hombre de cabello castaño corto con la barba perfectamente recortada, de postura recta con las manos por detrás de la espalda y las piernas abiertas a la altura de su cintura, la pose de descanso militar, Los rayos del sol que entraban por la ventana, le bañaban.
—Mi lord. —Pronunció el capitán Beaumont, el tono de voz del capitán era tranquilo y cuidadoso, Genever se había sorprendido de que hubiese alguien, a quien Beaumont respetara que no fuese él mismo.
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Dignidad y Destierro
Historical FictionEl sueño de Genever Denan simpre ha sido conseguir la mano de Lady Lyanne Merrybound. Y ahora que regresa a Yarmouth como veterano de la guerra en Irlanda cumplirá con su sueño de una u otra forma. Cuando Lyanne Merrybound recibe las noticias sobre...