Capítulo 8: La Promesa y Jon.

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"Nuevamente estaba en aquel desolado paraje; arena gris cubriendo todo, y yo caminaba entre las dunas, miré al cielo, era de noche y el cielo yacía estrellado, pero las estrellas se movían, me di cuenta que se trataban de peces gigantes hechos de estrellas que nadaban en el cielo nocturno como si el firmamento se tratara de un estanque nocturno. Y una luna brillante iluminaba la escena, sin embargo voces en susurros y ecos de cientos de miles de personas podían escucharse que emanaban de aquella luna. Y frente a mí estaba ella, aquella mujer de tez tan clara como la nieve, sus ojos negros con líneas escarlatas bajando por sus mejillas, su cabello era humeante. La mujer me vio directamente a los ojos y luego escuché una voz."

     "Cueste lo que cueste, por el fin de los tiempos hago este juramento, que mi sangre no descansará y no cruzará las puertas de San Pedro hasta que la Vieja Sangre haya sido erradicada."

      Jon despertó, estaba nuevamente en su cuarto. A los 17 años Jon Eisenbach, es atormentado por sueños que no comprende. Jon se levantó de su cama y salió de su cuarto. Escuchó aquellos tosidos con fuerza en el cuarto de su madre. La mujer estaba acostada en su cama, su espalda contra la cabecera. Mirando por la ventana y un pañuelo ensuciado con sangre en sus manos.

        Londres era una ciudad sucia, brotes de salmonela, de cólera, de peste y...tuberculosis, eran cosa de todos los días y su madre se había contagiado de Tuberculosis meses atrás. A medida que su piel se empalidecía y las grandes bolsas aparecían en sus ojos, la una vez bella; Adriana Eisenbach contempla la neblinosa ciudad de Londres por última vez, ella sabe que será su final y su hijo también lo sabe. Sin embargo, Jon no llorará lagrimas por ella, el muchacho ya lloró suficientes lagrimas por su familia. Su madre entonces giró la cabeza y observó a su hijo.

        —Jon, ven aquí. —Dijo la mujer. Jon caminó hacia su madre.—Está hecho. —Y le pasó a su hijo un pequeño cofre con monedas de plata y oro. —Le he vendido la casa a lord Casterhill. —Quiero que tomes este dinero y compres un pasaje en el siguiente barco al Nuevo Mundo.

       —Oh Madre...

      —No me vengas con "Oh Madre" no ahora. Necesito que escuches con atención lo que te voy a decir. En el nuevo mundo hay una colonia llamada Heaven's Peak. Quiero que vayas allá y busques a tu tío Antón Eisenbach, es muy probable que tengas que hablar alemán con él para identificarte.

       —¿Pensé que me habías dicho que me alejará de nuestra familia porque estaban locos?

        —Antón Eisenbach es de la casa Eisenbach de Prusia.

       —¿Qué pasará con la casa? —Preguntó Jon.

       —Cuando muera, pasará a manos de Lord Casterhill, quien piensa convertirla en una maquila. —Respondió la madre de Jon. —Esta casa está llena de miedo, arrepentimiento y odio. Hijo, nuestra sangre está condenada, por esa razón no quiero que te quedes con esta casa. Mi padre mató a sus hermanos por esta casa, y mis hermanos se mataron entre ellos por esta misma casa. Mientras te quedes aquí, serás corrompido por el mismo odio y miedo que condenó a nuestros familiares. Tienes que ser mejor que esto, huye a Heaven's Peak, busca tu tío y que te ayude a iniciar una nueva vida en Las Américas. Porque esto...se terminó. —Respondió Adriana.

        Un nuevo ataque de tos comenzó, Adriana carraspeaba y se ahogaba a medida que su vista se nublaba, la mujer miró a su hijo a los ojos, sería la última vez que lo miraría...la mujer entonces dejó de toser, su pecho se ampliaba y retraía en el interior de su camisón... hasta que no lo hizo más y la mujer dio su última exhalación. Una ligera lagrima brotó por el ojo de Jon y corrió por su mejilla. El muchacho entonces acercó su mano hacia los ojos de su madre y los cerró. Tomó del cuello de la mujer el relicario y lo guardó en el bolsillo de su pantalón.

Dignidad y DestierroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora