Capítulo 7: Retribución y Sarah

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"Aquella vez yacía acostada en la cama, mientras mi madre me contaba una historia antes de ir a dormir, desde aquella ventana podía ver la bahía, las carabelas, las galeras y galeones anclados en el puerto. La lluvia repicaba contra la ventana, las tardes de primavera eran lluviosas. Mi madre me arropaba cuando terminaba de leer la historia, besaba mi frente y apagaba la vela en mi tocador después salía de la habitación y me dejaba dormir, escuchando el choque de la lluvia contra los techos."

      Sarah abrió los ojos, estaba en la tina sentada en posición fetal, lo único que sobresalía de la superficie del agua eran sus ojos y su frente. La chica se levantó de golpe, su cuerpo delgado y níveo humeante por el vapor del agua. La chica salió de la tina y se secó con una toalla áspera. Caminó hacia su vieja habitación de la infancia. Y vio el vestido rosa que la tía Charlotte le había dejado sobre la silla. Sarah se vistió con él y bajó al comedor. La tía Charlotte estaba sentada en la mesa, sus sirvientes colocaron los platillos sobre la mesa.

      —¡Ah Sarah! Así es como se debe vestir una dama de clase. —Respondió la tía Charlotte. Ella era una mujer extraña de cabello castaño canoso, de ojos azules y de rostro alargado severo. Las arrugas en la frente contaban una historia de enojo e indignación. Charlotte era la hermana mayor de Lawrence; El padre de Sarah y Davey. Y de los dos, había sido Charlotte quien había prosperado en el nuevo mundo. Ella se había casado con un acaudalado vendedor de pieles. Y cuando el hombre murió de fiebre, Charlotte se quedó con la casa. Lawrence por otro lado, era un "académico", tenía un amor inquebrantable por los libros y consideraba que una fortuna existía en la adquisición del conocimiento.

      —Tía Charlotte, sobre Davey...—Trató de decir Sarah.

      —Luego mi niña. Solo los hombres hablan a la hora de la comida, una dama se mantiene callada durante la cena. —Respondió la tía Charlotte. La mujer entonces alzó las manos y comenzó a orar, Sarah hizo lo mismo. Era la etiqueta lo que su padre no soportaba de la vida en Heaven's Peak, el duro conservadurismo de la etiqueta, los modales y la vida británica que detestaba, si bien no existía la persecución religiosa e ideológica. Sí existía una discriminación disfrazada con los extranjeros, con los nativos y con los puritanos. Los sirvientes alzaron las tapas de plata que cubrían los platillos mostrando el pavo horneado y las verduras hervidas. Las dos comenzaron a comer en silencio.

      —Tía, han pasado tres días. —Dijo la chica. —Y Davey no ha llegado a la colonia.

      —Debes tener paciencia mi niña. —Respondió la Tía Charlotte.

     —Davey podría estar desaparecido o muerto. —Respondió Sarah.

     —Estoy segura que Davey ya ha de venir en camino, dices que los atacaron los indios, los indios son tontos, cobardes que le temen a la pólvora y al acero. No te preocupes por ellos. Lo que no puedo creer Sarah, es que hayas decidido traer un montón de libros, en vez de la vajilla, o ropa para ti.

Dignidad y DestierroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora