Capítulo 1: El Bosque y Sarah

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"El movimiento de usar el asador para cavar en la tierra era, vigorizante. El ejercicio y el movimiento evitaba que el frio calara mis huesos. El huerto iba bien. todo pintaría bien este año. Sin embargo, nunca me gustó ser la que arará justo en la frontera de las granjas de la comunidad de New Ipswich y el bosque. Aquel gran bosque azulado...de enormes pinos y robles. Donde la neblina cubría el suelo. no podía evitar sentir una enfermiza atracción y terror hacia aquel desolado paraje de la frontera. Donde terminaba la civilización...donde podía haber cualquier cosa al otro lado. Pie Grande, el Demonio de Jersey, brujas, monstruos, osos, pumas y lobos. Y también indios hostiles."

      Sarah notó algo extraño en la tierra. La chica se arrodilló en los curcos de tierra y desenterró lo que parecía ser una zanahoria...El tubérculo estaba lleno de gusanos blancos y rojos que se movían frenéticamente. Y la zanahoria era tan suave como un tomate con un olor horrible a podrido... "Eso no puede ser..." pensó Sarah. "Si apenas las plantamos hace unos meses" pensó la chica Sarah entonces dio otro par de pasos y sacó otra de las zanahorias, también estaba agusanada. La chica no entendía porque o como era posible, entonces sintió una picazón en el dedo. Uno de los gusanos había mordido el dedo de la chica. Sarah no podía creerlo. La chica entonces aplastó al gusano en su mano...la chica quedó atónita cuando vio la sangre que emanaba del gusano. Jamás había visto a un gusano que tuviese sangre roja...la chica lo arrojó a la tierra. Y se limpió en su faldón de lana.

      Nada hacía sentido... "Tranquila Sarah, debe de haber una explicación lógica para esto" pensó la chica. "Recuerda cuales son las causas del problema...luego formula una hipótesis para poder dar con el resultado" pensó la chica. Entonces escuchó un extraño cantico...al principio leve... luego más y más fuerte. Acompañado con el sonido de las castañuelas y de los tambores. Sarah levantó la vista hacia el bosque...ahí estaban ellos, los indios. Vestían con pantalones de cuero y con taparrabos. De cuerpos delgados y tonificados, de pieles cobrizas con marcas y símbolos pintados en el cuerpo. Con largas caballeras y plumas. Sarah le rogaba a Dios que fueran amigables. Pero entonces vio...como en sus manos llevaban sus arcos y flechas, sus hachas de piedra. Sus lanzas afiladas... "Oh no" pensó Sarah.

      —¡Nos atacan! —Gritó otra de las granjeras de la comunidad. Sarah comenzó a correr en dirección hacia el interior de la choza. Su hermano Davey le esperaba en la puerta, con el trabuco de caza que tenía. El muchacho al igual que Sarah era de cabello rubio y ojos azules, era un hombre alto y rollizo de espesa barba. El joven hombre le dio a Sarah una de las pistolas y una bolsita con pólvora y tres balas. Mientras que el hombre se dirigía hacia el campo junto con el resto de los hombres para defender la comunidad.

      —¡Sarah ve al cobertizo y prepara el carretón! —Exclamó Davey.

      —¡Yo puedo pelear! —Exclamó Sarah.

Dignidad y DestierroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora