Capítulo 28: Familia y Jon.

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—¿Entonces cómo es? —Preguntó el muchacho. Jon se recargó sobre su brazo en el camastro y giró la cabeza hacia Genever Denan quien estaba acostado en su camastro pegado a la pared opuesta del cobertizo donde dormían.

     —¿Cómo es qué? —Preguntó Genever Denan, la voz del hombre se notaba exhausta, la jornada había sido muy pesada ese día y Jon aun no entendía cómo es que Genever Denan había decidido continuar siendo un simple granjero, que volverse parte de la guardia colonial.

     —¡Boston! —Exclamó Jon. —¿Cómo es Boston?

     —Pues...parecido a Londres supongo, solo que más limpia, el aire tiene un olor distinto y los cielos no están ennegrecidos por el uso del carbón. —Respondió Genever Denan. —Hay muchas casacas rojas en las calles.

     —¿Te lo imaginas Genever, ser casaca roja?, ha de ser un gran honor. —Dijo Jon. —Estoy seguro que mi madre hubiese querido que yo tuviese una carrera en el ejército.

     —Yo lo pensaría dos veces John. El ejército podría parecer una carrera muy glamorosa y de prestigio, pero...cuando llega la hora de la batalla no he visto nada de glamoroso en ella. —Dijo Genever Denan.

     —¿Mataste a muchos hombres en la guerra Genever? —Le preguntó Jon.

     —Sí, a muchos. —Respondió Genever. —Tantos que ya no puedo ni contarlos. —Respondió Genever. Entonces el muchacho dio un bostezo y cerró los ojos.

     —¿Genever?

     —¿Ahora qué John? ¿Qué no vez que mañana tenemos que levantarnos al alba? —Preguntó Genever irritado.

      John sabía que Genever estaba cansado, pero necesitaba saberlo, desde ese día en el campo, no había podido olvidar la cara de aquella chica, Blaine, tenía que saber quién era, pero más que nada quería su corazón. Y Jon sabía que no lo lograría pasando el resto de su vida piscando frijoles y arando el campo.

      —¿Una carrera en el ejército puede ayudarte a conseguir el corazón de una mujer? —Preguntó Jon.

      —Maldición...—Respondió Genever Denan, el joven se dio la vuelta Jon pensó que Genever se había molestado por lo que ya no dijo nada y apagó la lámpara de aceite. —Sí. —Respondió Genever en la oscuridad. —Sí puede ayudarte a conseguir el corazón de una dama.

       Al día siguiente Jon volvió al campo a ararlo, durante el descanso la misma chica que entregaba pan y agua se acercó a los trabajadores en el campo. Jon se acercó a la chica, pero antes de hacerlo verificó que Mary no estuviera cerca, la chica definitivamente estaría pensando en hacerlo quedar mal con la chica, ya se lo había hecho una vez. La chica llegó junto con otras jóvenes que iban tapadas de la punta de los pies hasta el cuello de la camisola. La chica se sentó en la carreta que llevaban y comenzaron a destapar las canastas con las hogazas de pan. Los hombres y mujeres, dejaron el trabajo y fueron a comer.

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