Llegué a casa después de un largo y extraño día de trabajo, Noa había estado toda la tarde bastante esquiva e incluso supe por su tío que había dejado el despacho antes de tiempo. No es que fuera una adicta al trabajo, pero le gustaba salir la última para no dejar nada pendiente, sobre el viernes porque decía que el sábado y el domingo eran únicos y exclusivamente para nosotros.
La verdad es que me encantaba pasar los fines de semana paseando, viajando o simplemente en casa con mi chica, desde que descubrí que no podía seguir mi vida sin ella a mi lado me costaba pasar un día sin verla. Por eso no tardé más que unos meses desde mi declaración hasta que encontré un piso para que compartiéramos.
Al principio, la convivencia fue un desastre, ella era muy organizada y yo un completo huracán que arrasaba allá por donde pasara y nos costó bastantes riñas, pero nada que una carita de cachorrito y una promesa, cumplida al pie de la letra, de ayudarla a organizarlo todo no arreglara.
Nuestros caracteres tan diferentes también nos jugó más de una mala pasada. Yo seguía siendo bastante inseguro o indeciso en cuanto a tomar ciertas decisiones se trataba mientras que ella parecía tenerlo todo claro al segundo.
Por eso se me hizo bastante raro llegar a casa y verla moverse por la cocina bastante inquieta sin saber cómo organizar la mesa para la cena o cómo poner la comida.
Javier: ¿Hola?
Noa: Eh... ¡Hola!
Ese saludo dubitativo me hizo fruncir un tanto el ceño, ¿qué le estaba pasando por la mente para no mirarme directamente a los ojos. Se me acercó despacio para saludarme con un beso y rápidamente dio un paso hacia atrás.
Javier: ¿Puedo saber qué ocurre?
Noa: N-nada, solo preparaba la cena, quería hacer algo especial y creo que la he liado con la receta-resopló.
Javier: Seguro que está todo genial, eres una perfeccionista en todo lo que haces-le sonreí.
Pero se me cayó el gesto al ver cómo se mordía el labio inferior y escondía sus ojos acuosos de mí. La estaba liando y ella escondía algo bastante gordo a juzgar por su reacción.
Javier: No me creo que estés así solo por la comida, así que suelta la sopa, cielo.
Noa: No es nada -inspiró de forma temblorosa-. Ve a lavarte las manos, se enfría la cena.
Se giró y siguió sacando comida de una sartén. Suspiré con una mueca y decidí hacer lo que me decía para no agobiarla, pero estaba seguro de que, al final de la noche, sabría lo que le pasaba. No iba a resignarme con un "nada".
Me quité la chaqueta y la dejé en el perchero junto a mi maletín, después me lavé las manos y volví hacia la cocina. Noa ya estaba sentada jugando con su vaso de agua. Le di un beso en la cabeza y me senté a su lado para empezar a comer. Estuvo todo el rato callada y decidí hacerle un cumplido.
Javier: Está delicioso, ¿ves como eres perfecta en todo lo que haces?
Pero fallé estrepitosamente. En vez de sonreír o sentirse mejor, rompió a llorar.
Javier: Por favor, dime qué es lo que te ocurre de verdad porque estoy empezando a asustarme.
Noa: Lo que pasa es que no soy para nada la doña perfecta que aparento -sollozó-. Hace cosa de un mes olvidé tomar un par de pastillas y, cuando me di cuenta, pensé que no pasaría nada porque apenas podía ser una pequeña posibilidad pero resulta que soy un desastre porque sí que ha pasado y ahora estoy embarazada y no quiero que vuelvas a correr porque no sabes cómo reaccionar... Lo siento.
Mi cuerpo reaccionó antes que mi boca y de pronto me encontré arrodillado junto a ella con una mano tímida dirigiéndose hacia su abdomen mientras ella me miraba con su labio inferior tembloroso y sus mejillas mojadas.
Javier: Entiendo que pienses así de mí porque soy un desastre de pies a cabeza, pero me niego a permitir que pienses que tú lo eres por un pequeño olvido que lejos de hacerte caer del pedestal en el que te tengo, te ha subido un escalón más. Noa, sé que he podido traumatizarte un poco por mis inseguridades e indecisiones pero esta noticia no me va a hacer huir de ti, sino que me une más a ti... Gracias por este hermoso regalo que vas a hacerme.
Noa: ¿De verdad te hace ilusión? -Me miró por debajo de las pestañas.
Javier: Por supuesto, voy a dar el primer nieto a la familia cuando todos pensaban que serían Dani y Lucía los que lo harían.
Noa: ¡Idiota! -Me dio un golpe en el hombro entre risas- En serio, ¿no estás ni un poquito disgustado?
Javier: ¿Cómo podría disgustarme la posibilidad de tener una pequeña Noa corriendo por el apartamento intentando ser tan increíble y perfecta como su mamá? Asustado sí, es una responsabilidad enorme, pero sé que vamos a aprender juntos, porque te amo.
Noa: Yo también te amo.
Y me abrazó, momento que aproveché para besarla.
Tengo que reconocer que estaba algo más que asustado, pero no iba a huir de nuevo, permanecería a su lado intentando prepararme para la llegada de nuestro bebé. El primer nieto de la familia... Se iba a liar, lo presentía.
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Destinados al Mismo Camino
Teen FictionSecuela de Al Caer el Sol, contada por los hijos. ¿Qué pasa cuándo quieres volver a unir a personas que antes eran hermanos pero ahora son desconocidos y no quieren hacer nada por volver a hablarse? ¿Y si por el camino te cruzaras con el rencor de p...