Capítulo 12:

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----Narra María----

No podía más, me sentía morir. No solo eran mis hijos, eran mis sobrinos también.

Estábamos todos en casa, esperando la llamada de la policía que hacía menos que nosotros allí sentados. Los chicos estaban desesperados por ir a buscarlos ellos mismos, pero no debían hacer nada sin permiso de los policías que nos habían prohibido meternos ¿no podían comprender que eran nuestros hijos?

Dani P: No aguanto un minuto más, como no llamen voy a ir yo.

Álvaro: Te acompaño.

Carlos: ¿Por qué no llaman, no nos mandan alguna pista, algo? ¿Por qué?

Judith: ¿Cuál fue el último mensaje que llegó?

Blas: El de que ya habían comenzado con su plan.

Miré hacia Mireya y la vi un poco pálida, era verdad que no nos habíamos separado desde que habían desaparecido Lucía y Lucas, pero aun así manteníamos siempre las distancias, como si fuéramos desconocidos. Me levanté decidida, fui a la cocina, llené un vaso con agua, me senté junto a Mireya y se lo di.

María: Tienes mala cara, ¿te sientes bien?

Mireya: La verdad es que no, estoy mareada.

Blas: ¿Qué te pasa?

Mireya: Puede ser de no dormir bien, solo es un poco de dolor de cabeza, tranquilo.

María: Ven y échate un rato.

Mireya: No, gracias.

Blas: Ve y échate, no podemos hacer nada hasta que nos llame el inspector o recibamos alguna noticia.

Mireya: Está bien-suspiró.

Nos levantamos y la acompañé a mi habitación, allí la dejé tumbarse mientras quitaba algunas cosas del medio.

Mireya: María...

María: ¿Necesitas algo?

Mireya: A mis amigas.

María: Yo...

Mireya: Sé que no volveremos a nada, pero...-se quedó sentada mirando hacia sus manos.

María: No, yo también necesito a mis amigas, a mis hermanas. Los chicos tienen razón, no podemos simplemente dejar de hablarnos y mirarnos cuando antes éramos una gran familia unida.

Mireya: Pero las razones son de peso.

María: La única razón de peso la tienen los chicos, la nuestra era solo por proteger a nuestros hijos y nada hemos podido hacer porque siempre han estado acechándonos.

Mireya: Sí...-suspiró-.¿Qué podemos hacer?

María: Unirnos, cada vez más y, cuando aparezcan nuestros hijos, seguir unidas, si los chicos no quieren, que sigan distanciados ellos, pero vamos a demostrarles que no hay por qué estar separados, unidos podemos apoyarnos y protegernos más.

Mireya: Tienes razón, ¿puedo darte un abrazo?

María: ¡Y dos!-nos abrazamos.

Mireya: Yo... Tengo algo que decir pero no sé cómo decirlo, no es el momento y... Puf, estoy hecha un lío.

María: ¿Qué pasa?

Mireya: Los mareos, el cansancio, la fatiga... No es solo por el estrés y la angustia de no saber nada sobre nuestros hijos y no dormir o comer bien, yo... María, estoy embarazada.

Destinados al Mismo CaminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora