Capítulo 4:

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----Narra Nuria----

Blas: Nuri, venga arriba, cariño.

Nuria: Voy.

Me levanté perezosamente, aquel era uno de esos días en los que te levantas con algo raro en el pecho, algo que te dice que va a pasar y empiezas a pensar en si será bueno o malo. No sabía lo que iba a pasar, pero tampoco iba a darle mucha importancia. Me vestí, fui al baño y después a desayunar.

En la cocina estaban mis padres dándose mimos. Sonreí, me encantaba verlos así, que a pesar del paso del tiempo no perdieran las ganas de decirse y mostrarse cuánto se querían.

Blas: Te amo.

Mireya: Sabes que yo a ti también, pero mucho más.

Blas: ¿Sí? ¿Y eso por qué?

Nuria: Porque si no le das la razón se picará y hoy te dejará sin beso-me burlé.

Mireya: No deberías escuchar las conversaciones de los mayores-me regañó algo sonrojada.

Nuria: Ya, pero es que son las ocho menos diez, tengo que desayunar y papá debe llevarme al instituto.

Blas: Por esa te vas a librar señorita-me regañó divertido.

Salió de la cocina y yo me puse a desayunar. A las ocho ya estaba en la puerta de la casa lista para irme, pero mi padre tardaba. Volví a entrar y vi a mis padres besándose.

Nuria: Yo sé que os queréis mucho y que mañana es vuestro aniversario, pero si no os dais prisa, ¡no voy a llegar!-tiré de la mano de mi padre.

Mireya: ¡Nuria!

Nuria: Hasta luego, te quiero.

Salimos de casa y nos montamos en el coche. Eran y cinco, como nos nos diéramos prisa, no íbamos a llegar ni en broma.

Blas: ¿Qué te pasa hoy?

Nuria: Estoy nerviosa porque me dan la nota de matemáticas, es a primera hora y si llego tarde, no me la querrá dar.

Blas: Lo siento.

Nuria: No me molesta veros o que os pongáis mimosos, al contrario, me encanta veros así-le sonreí.

Blas: ¿Te encanta?

Nuria: Sí, adoro ver cómo mis padres se quieren como el primer día y se lo demuestran día tras día y a cada momento que pueden.

Llegamos en cinco minutos al instituto, me bajé del coche tras darle un beso a mi padre en la mejilla y entré corriendo, eran y doce, tenía que estar a y quince en punto en clase y mi aula estaba al final del pasillo de la segunda planta. Bien Nuria, más te vale correr. Pero sin llevarme a nadie por delante, cosa que intenté evitar pero no pude...

Nuria: ¡Lo siento!

X: Tranquila.

Miré hacia arriba para ver contra quién me había chocado y en cuanto lo miré a los ojos... Mis mejillas comenzaron a tomar color y a calentárseme, ¡era Lucas! Mi amor platónico. Jo, para una vez que lo tengo tan de cerca y es porque nos hemos chocado. Corrección, le he atropellado.

El timbre me sacó de mis pensamientos, volví a pedirle disculpas una vez más y fui corriendo hasta mi clase. Entré corriendo y me dejé caer en la silla, por suerte la profesora se estaba retrasando aquel día, ya que normalmente siempre estaba dentro antes de que sonara el timbre.

Destinados al Mismo CaminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora