38. Tentación

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Peggy sorbió con fuerza de su malteada y sacudió la cabeza impactada por el chismecito que le estaba contando su amigo.

Pobrecito el tonto.

Dejó el vaso a un lado, viendo como Oliver arrastraba su mejilla por la mesa del bar.

—Son las cuatro de la tarde y, ¿tú me estas diciendo que le dijiste a la chica con la que te acuestas y que vive en tu casa que... Eres su novio?—silbó por lo bajo, le dio un sorbo ruidoso a la malteada que luego dejó a un lado—.Vaya, no sé que decirte.

Él se limitó a levantar su pulgar en alto sin despegar el rostro de la mesa.

Su voz sonó algo aplastada cuando habló contra la mesa—.Solo lo hicimos una vez.

—Oh—Peggy le dio una palmadita en la espalda—.Pues la cagaste, ahora sí que sí. Mira, no la cagaste solo un poco, lo hiciste estratosféricamente. Mundial.

Despegó su rostro de la mesa solo para darle una mala mirada a su amiga, y sentarse mejor para darle un trago a su cerveza. ¿Qué tipo de ánimos eran esos? ¡Por favor! Ya sabía que la había cagado, no necesitaba de que Peg se lo recordase tanto.

Se encogió de hombros—.Y no dijo nada, nada de nada. Me sentí como un idiota.

—Ollie-

Él no la dejó continuar, aún le quedaba por desahogarse—.No sé como me ve, bueno, creo que sí sé pero... ¿Se supone que debo pedírselo?

Peggy le pegó un zape justo detrás de su cabeza que se la hizo rebotar como un globo, es que él no podía ser mas tonto porque las neuronas no le daban para eso.

—¡Sí! Bueno, creo que para ella sí es correcto—se encogió de hombros, el pobre Oliver se acarició el lugar donde ella le había pegado—.Por ejemplo, David da por sentado que somos novios, y no hay problema con eso, yo lo doy por sentado igual.

Él volteó los ojos—.Es diferente.

—¡Exacto!—Peggy estuvo a punto de darle una estrellita por ser tan inteligente—.Cometiste una cagada, pero no te preocupes, yo te ayudaré.

Para mejorar la situación, un foco que estaba sobre ellos se encendió a la misma vez que en el televisor del bar se escuchaba el inicio de la Champions League.

Ambos se rieron al darse cuenta de lo sucedido.

Oliver sonrió—¿De verdad harías eso, Peg?

—¡Claro!—le encantaría darle una sorpresa bonita a Lily—, paga la cuenta y vamos, ¡apresúrate!

Él no perdió tiempo en pagar la cuenta de su cerveza, y salió del bar con Peggy más que radiante.

Peggy tenía ideas que incluso Oliver se sintió como una doncella enamorada.

A las cinco de la tarde tuvieron que recoger a Lily en el consultorio de Holden, quién disimuladamente le hizo una seña a Oliver de que debía hablar con él en privado.

—Nosotras nos adelantaremos—Peg rodeó los hombros de Lily con gesto cariñoso—.Te esperamos afuera, Ollie.

Él asintió y Lily no puso peros en seguir a Peg fuera del edificio. Hacía mucho viento, su cabello se vio sacudido un par de veces dejando su rostro y cuello al descubierto.

Peggy le sonrió, le pareció bonita aunque algo triste—.Y bien, ¿qué tal te fue? ¿Si te agradó el doctor?

Agradarle, sí. Pero ella prefería hablar con Oliver que con un hombrecillo de aspecto cómico que solo anotaba sin cesar y le hacía una infinidad de preguntas mascullando una que otra cosa con una música instrumental de fondo.

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