15. Cuerda floja

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Oliver estaba dormido en su cama envuelto como una oruga mientras en su equipo de sonido se escuchaba una lista de repleta de canciones tristes.

En ese momento Adele era quién servía de canción de fondo para los sueños de él.

Él mismo se encontró patético cuando sonó Fix You, de Coldplay y la cantó con todo el sentimiento del mundo.

El ruido de su teléfono, que estaba a un lado de su almohada; lo despertó alarmado. Tanteó medio dormido la cama hasta dar con el aparato y contestó.

—¿Hmm?—arrastró mientras bostezaba.

Lily sorbió sus lágrimas, aunque se le escapó un sollozo que terminó por despertar por completo a Oliver.

—¿Aló? ¿Quién habla?—él empujó las sábanas al suelo y se levantó.

Apagó su equipo de música para poder escuchar bien quien era la persona que llamaba.

—O-Oli-Oliver—por mucho que Lily apretó los labios igual los sollozos la interrumpieron.

Ya estaba despierto por completo, alerta; reconoció la voz de Lily del otro lado de la línea y se escuchaba llorosa.

—Lily, ¿qué pasa? ¿Estás bien?

Ella sacudió la cabeza apretando los labios para no llorar más pero se dio cuenta que él no la veía así que tuvo que responderle.

—Ven por mí, por favor—suplicó.

—Ya voy, ¿dónde estás? Lily, dime rápido dónde estás.

Alcanzó a escuchar un lugar y el nombre de una calle así que le aseguró que no tardaría nada. Se vistió en un santiamén ya que por lo general dormía solo en bóxer.

Mientras conducía como alma que lleva el diablo se dio cuenta que eran la una, casi dos de la madrugada. Encontrar a Lily no fue difícil, la calle en la que estaba tenía algunos pubs abiertos y ella estaba sentada bajo una farola con un vestido precioso que ya estaba todo arruinado.

Detuvo de golpe la camioneta y se bajó, acercándose rápido.

—Lily, mierda, ¿qué demonios haces aquí sola?

Ella suspiró aliviada y lo abrazó, el abrazo lo tomó por sorpresa pero la envolvió con sus brazos y le acarició le cabello.

—Shhh, ya estas bien, estoy aquí.

—Gracias—gimió asustada.

Él la abrazó por un rato más hasta que ella paró de sollozar, le abrió la puerta de copiloto y la ayudó a subir. Cuando ella subió él se dio cuenta que estaba descalza.

—¿Quieres que te lleve a tu casa?—le preguntó con tono dulce mientras conducía.

Ella sacudió la cabeza, ir a su casa en ese instante sería lo último.

—¿No?—la miró de reojo, ella sacudió la cabeza, y él se pasó una mano por el cabello—. Mierda, bien, te quedarás conmigo, tranquila.

Lily estaba ausente mientras él conducía hacia su casa. Estacionó cuando llegaron y ante la mirada de preocupación que ella le dio, le aseguró que estaba bien pues sus padres habían salido de viaje ese día en la tarde.

Oliver la tomó de la mano y entraron juntos, aunque él escuchó bien como las tripas le rugieron a Lily así que se rió entre dientes al verla sonrojarse de la vergüenza y la llevó a la cocina.

—Déjame ver...—metió la mitad de su cuerpo en la nevera, ella lo miraba con curiosidad—¿Qué te parece un súper sándwich? Uno para ti y uno para mí.

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