Catorce

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La isla donde habían ido a parar los pasajeros del vuelo procedente de Italia y con destino Los Ángeles, era pequeña y virgen.

Esta disponía de una arena brillante y fina y a unos metros se veía una frondosa zona arbolada que los náufragos no dudaron en explorar.

Los más atrevidos y fuertes se adentraron en busca de comida y agua pues a priori era lo que más les urgió encontrar, ya que no sabían cuanto tiempo tardarían en rescatarlos.

Harry fue en ese grupo, mientras el ojiazul se quedó con los demás, juntando todas las maletas y todo lo que habían cogido del avión y revisando lo que podían aprovechar.

A parte de la ropa y enseres de limpieza personal, tenían mantas, medicamentos, cubiertos, víveres y demás enseres que tendrían que repartir y racionar.

Al oscurecer, el grupo regresó con frutas y agua de un manantial, que encontraron en el interior de la isla, entonces encendieron unas antorchas hechas con ropas y maderas de los árboles y sobre las mantas se sentaron a comer para luego descansar.

El castaño estaba dudoso de acercarse pues a pesar de que sabía cosas sobre el ojiverde, tampoco le inspiraba confianza pero lo cierto era, que de los ochenta pasajeros que estaban con él en ese perdido lugar, el capitán del equipo de baloncesto era el único al que conocía.

Además de eso, estaba el detalle de que la oscuridad no le gustaba nada y mucho menos en una playa desierta y perdida.

...—Ho-Hola, emm, perdona...¿Puedo sentarme co-contigo?, no quiero estar solo a-aquí, a saber que animales salvajes pueda haber por ahí —Habló al acercarse mientras miraba temeroso a su alrededor.

El más alto lo miró y asintió.

—Claro, tranquilo como te dije no dejaré que te ocurra nada.

Louis asintió conforme.

—Gra-Gracias.

Ambos chicos se comieron su ración y acto seguido se tumbaron en las mantas que le habían tocado.

Luego de un rato mirando las estrellas, el ojiverde rompió el silencio.

—Oye, ¿Tu familia sabe que tu eres...bueno eso...

El castaño se giró con el ceño fruncido.

—¿Qué soy qué?, ¿Gay?

Este asintió.

—Aja, si eso... gay.

El ojiazul suspiró con pesar.

—Si, si lo saben...bueno mi hermana lo descubrió ella sola, mis abuelos lo saben desde hace poco...emm, en el caso de mi padre, bueno, él si lo sabía desde hace más tiempo y mi madre... ella creo que ni me escuchó cuando se lo dije.

—¿Estabas muy asustado?, ¿Temiste que no te entendiesen?.

Louis negó con la cabeza.

—No, lo cierto es que no...sabía que mi padre me apoyaría, él era genial—habló soltando unas lágrimas—… mi hermana y mis abuelos me quieren ciegamente, por lo que no tuve miedo de su reacción.

—¿Y con tu madre?

—Bueno, con ella si que tenía dudas pero tampoco me importaba mucho porque ella no se caracteriza por ser muy comprensiva y cariñosa.

—¿Por qué te viniste de Italia con ella y no tu hermana?

El castaño volvió a soltar un profundo suspiro.

—Lottie no podía, la pobrecita no la aguantaría...lo cierto es que ella estaba muy apegada a mi padre, a pesar de lo ocupado que él estaba siempre y con mi madre solo discutía pues por ser mujer, mamá es muy estricta con ella.

—¿Estricta?

—Si, bueno...siempre le ha dicho que por ser mujer, tiene que esforzarse el doble porque este es un mundo de hombres.

—Oh joder, menuda mierda.

Este entonces lo miró y sonrió.

—¿Y qué hay de tu familia?, ¿Tienes hermanos?.

—No, no tengo… mi madre murió y solo tengo a mi padre.

—Oh, lo siento.

—Bueno, lo cierto es que no me acuerdo de ella, murió a los pocos meses de nacer yo.

El ojiazul le dio una palmada en la espalda.

—Seguro que era increíble y te quería mucho.

—Lo cierto es que he visto fotos en casa y mi nana y los demás empleados siempre me hablaron de ella...creo que si ella estuviese viva, mi vida seguro sería totalmente diferente a como es.

—Te criaste con terceras personas cómo yo... vaya, supongo que es inevitable teniendo padres adictos al trabajo.

El rizado suspiró con pesar.

—Bueno, algo de eso hay pero creo que más bien fue que mi padre no soportaba verme cerca, le recordaba mucho a mi madre.

El ojiazul en un impulso incontrolado lo abrazó sorprendiendo a este pero rápidamente se apartó.

—Emm...t-te entiendo muy bi-bien, emm...mi hermana y yo tu-tuvimos una infancia similar a la tuya...creo que si yo no la hubiese tenido a ella, quizás no estaría hoy aquí, es mi gran apoyo...Lottie y yo nos contamos todo.

—Bueno, yo se lo conté a cada uno de los psicólogos que mi padre me pagó.

El castaño se tumbó de nuevo seguido del capitán del equipo de baloncesto.

—Que triste...de verdad no me imagino lo terrible que debías sentirte haciendo eso.

Harry lo miró y chasqueó la lengua con fastidio.

—Bueno, fue raro al principio pero con el tiempo te acostumbras y lo cierto es que me ayudó en algunas cosas.

—¿En algunas?

—Si, bueno, hubo cosas que jamás les conté porque mi padre seguro me desterraría...en realidad nunca se las he contado a nadie.

El castaño lo miró he hizo un puchero.

—No has debido decir eso.

Este lo miró con asombro.

—¿El qué?, ¿Por qué dices eso?, ¿Acaso me matarás o qué?

—No, aunque bueno no sé... puede que lo haga.

El más bajo rió ante la seriedad de este.

—Pues porque soy de naturaleza muy curiosa y por lo tanto ahora quiero saber tus secretos y no pararé hasta que consiga que me los cuentes.

Harry lo miró ahora con seriedad también.

—No, no puedo hacerlo... son demasiado personales y yo si que tendría que matarte si los descubres.

......

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61. La isla - Larry Stylinson TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora