𝙋𝙖𝙧𝙩𝙚 22

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— Dijiste que iríamos a cenar. — Arquee una ceja.

— Eso haremos, pero primero déjame disfrutar este momento.

Mew deposito un beso sobre mi cuello y mientras se aferraba aún más a mi cuerpo desnudo, sentí sus largos dedos subir con lentitud sobre mi muslo, hasta el centro de mis piernas; provocándome un pequeño cosquilleo. No dije nada, y sus caricias no pararon por un rato largo.

— ¿Te parece decirle a Win que saldremos? — Pregunto, levantando su cabeza de mi pecho.

— ¿Crees? — Agregue.

Habíamos cumplido recientemente un mes de novios y quería mes salir oficialmente en una cita, aquello lo habíamos hablado hace días, pero nos olvidamos por completo que cierto pelinegro sabía de lo nuestro y que no saldríamos de percibido por él. Aunque el tema de Win no me preocupaba drásticamente, sabía que tenía que hablarlo. Mi pequeño hermano había hecho como si nada en las últimas semanas, no sabía si debía tomarlo como algo bueno o malo.

— Le diré que no estaremos.

Mew asintió. Se inclinó hacia adelante lentamente y casi gemí con disgusto cuando aparto su mano de mi muslo. Un pequeño puchero se formó en mis labios de manera inconsciente ante la falta de caricias y esto que no paso de desapercibido por mi novio, que automáticamente me miro.

— Eres tan infantil. — Se burló.

— Cállate. — Refunfuñe.

Su risa rebotó por las paredes la habitación, dándome una sensación de satisfacción. Una de las cosas que me costaba creer a estas alturas, es ver como me había vuelto un poco adicto a algunas cualidades suyas, como es el sonido de su risa y la forma en la que sus pómulos se levantaban cuando lo hacía.

— Iré a cambiarme. — Tomo mi rostro con sus manos y dejo un beso corto en mis labios, dejándome con apetito de más, pero termino por separarse.— Cuando vuelva quiero que estés listo.

Le saqué la lengua mientras lo observaba cambiarse, tomando de apoco las prendas que reposaban sobre los costados de la cama. Lo tenía al frente y aquello era digno de admirar. Los recuerdos de las horas anteriores vinieron a mi mente haciéndome sonrojar, mentía si decía que no tenía ganas de volver a tener aquel cuerpo fornido encima de mí por segunda vez en el día.

— ¿Te gusta la vista?

Me estremecí al escuchar su voz gruesa, me había atrapado mirándolo.

Relamí mis labios.— No sabes cuanto.

Lleve mis ojos hacia sus piernas, luego subí hacia su torso, mirando con atención cada parte de su cuerpo moreno. El bulto en su entrepierna se hizo notorio a causa mía y no paso de desaparecido por mi boca, que se hizo agua al imaginar todas las cosas de se podrían hacer con su largo y grueso miembro. Un cosquilleo recorrió mi cuerpo, trayendo consigo un sentimiento de adrenalina, que vino de la mano de idea maravillosa. De manera sensual y lenta fui bajando mi mano hacia mi muslo desnudo, subiendo de apoco la disminuta prenda que cubría mi cuerpo.

— ¿Te gusta la vista? — Repetí. Nos miramos con intensidad, y jugueteando con mi labio inferior, hable.— Lástima que tengas que ir a cambiarte.

Mew sonrió de lado, el deseo se reflejaba en sus ojos y eso me satisfacía.

— A la mierda la cita, podemos llegar tarde solo por hoy.







— Gulf, hijo, ¿Podrías pasarme el cuadernillo que se encuentra en la mesa de la cocina? — Dijo mi madre en el momento que Mew y yo hicimos presencia en la sala. Justo al lado de ella, en el borde del sofá, se encontraba Peter con la mirada puesta en algunas carpetas de color negro; viéndose totalmente abatido, todo lo contrario a mi madre que mantenía una sonrisa de oreja a oreja.

Asentí y me alejé de apoco de la escena. Le di una pequeña mirada de reojo a Mew antes de seguir caminando y él me la devolvió al instante, pero no hubo algún crucé de sonrisas tiernas como era de costumbre. Sé que sentía lo mismo que yo, nuestra sorpresa había sido grande al bajar y verlos en el sofá, se supone que no estarían en casa por un par de días, su inesperada llegada acababa de arruinar todos nuestros planes.

Refunfuñe, mientras cruzaba la puerta de la cocina. Realmente tenía expectativas sobre mi cita con Mew, pero todo indicaba que se tendrían que prolongar hasta nuevo aviso. Busque con la mirada aquel cuaderno que me había dicho mi madre, y luego de unos segundos lo pude localizar en la bajo mesada. Quizás en medio de esos papeles estaban los registros de mi adopción que mantuvieron en secreto, pero era sabido que soy idéntico a mi padre, así que descarte esa tonta y loca idea de mi cabeza.

Camine al rededor del desayunador, y agarre el cuaderno con mi mano, me di la vuelta preparándome para salir de la cocina, pero la figura de Mew apareció sobre el lumbral de la puerta. Ganándose una mirada de sorpresa mía. Fue hacia mí en poco segundos y cuando le sonreí, me atrajo a él para poder besar mis labios suavemente.

— ¿Sabes que aún podemos escaparnos a la noche, no? — Murmuro.

— No seas mala influencia.

— Sabes que quieres. — Beso mis labios otra vez.

Sus manos se posaron en mi cintura, sosteniéndola con fuerza y yo cerré los ojos unos momentos con la intención de disfrutar del dulce sabor de nuestros labios unidos. Luego de unos segundos se separó de mí, mirándome con una sonrisa tierna, de esas que hacían que mi corazón se parara por unos segundos.

Abrí mi boca con la intención de hablar y recordé que aún nos encontrábamos en la cocina, pero ya era tarde para alejarme de sus brazos, cuando mire por encima de mi hombro, tenía los ojos negros de mi madre puestos en nosotros. No sabía cuanto había visto, no sabía cuando tiempo había estado parada ahí, siquiera sabia en que momento llego, pero si sentí su mirada fría recorrer mi cuerpo, casi haciéndome temblar.

— ¡Gulf! — Grito.— ¡¿Qué es lo que haces?!







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No me maten:( Saben que en algún momento iba a pasar 

INTOLERANTE » mewgulf.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora