¡CUIDADO!

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Mi padre tenía ya unos días con nosotros, y a decir verdad estaba siendo una completa aventura. Iván comenzaba a ganarse su amistad, sin embargo, papá seguirá prefiriendo a Charly.

Justo ahora, estoy enojada con el chilango, por razones que implicaban al tipo que no soportaba: Charly. Sinceramente no sé porque lo odiaba tanto, si nunca se dio el tiempo de conocerlo.

— ¿Sigues enojada con Iván? — La figura de mi padre se hace presente en la puerta de mi habitación, se cruza de brazos y luego entra.

Chasqueo la lengua. — Sí, y no creo que lo arreglemos pronto. — Me tiro en la cama y cierro mis ojos. 

— Arréglate con él, no lo conozco mucho pero es el único que te soporta en tus días más malos, cariño.— Suelto un gruñido y mi padre suelta una risilla antes de irse dejándome sola. 

Iván y yo teníamos días buenos, pero también malos.

Éramos dos cabeza dura y ninguno daba su brazo a torcer.

Y no lo juzgaba, porqué él es tauro y yo era virgo. 

Sí, todo lo relaciono con horóscopos, perdón.

Dos toques en mi puerta hacen que voltee esperando a que sea el susodicho, pero no es así, mi mejor amigo pasa y se tira a mi cama sin cuidado alguno.

— Idiota, me dolió. — Toco mi brazo, donde su cabeza había pegado. Alexander rueda los ojos. Para después sentarse en el filo de la cama.

— Vamos a salir, iremos por un helado y hablaremos de lo trágico que son nuestras vidas. — Alex se levanta y jala mi mano para seguirlo. No pongo pretexto alguno, porqué me apetecía salir a tomar un poco el aire. ¿Desde cuándo uso la palabra ¨apetecer¨?, dios, ya parezco mi madre.

— Quiero un helado doble de chocolate, solo pido eso. Ah, y un novio que se parezca a Jackson Avery, por favor. — Alex no dice nada ante mi estúpido comentario, pero me da su típica mirada de ¿enserio?

Pasamos por la habitación de Iván, la cuál estaba cerrada y por los gritos que se escuchaban supe que estaba jugando. Bajamos por las escaleras y mis padres se encuentran charlando mientras toman cerveza. 

— Iremos por helado. — Aviso. Alex les sonríe y mis padres solo nos dicen que vayamos con cuidado. — ¿Dónde está tu carro? — Pregunto buscando la camioneta de mi mejor amigo, pero no la encuentro.

— Iremos caminando, la heladería está a unos minutos y es bueno caminar, Dino.— Mete sus manos a los bolsillos y comienza a caminar. No me queda más que aceptar, así que sigo su paso. En el transcurso nuestra charla fue amena, hablamos de todo un poco y las bromas no faltaron. Había necesitado tiempo con él. Estábamos por llegar cuando me suelta una última pregunta.

— ¿Qué pasó con Iván en Cancún?—Su pregunta hace que me ponga pálida, no era buen momento para eso, y menos sabiendo que si dependiera de él, yo nunca hubiera conocido a Iva, por su forma de ser, claro. Mis nervios comenzaron a hacer su trabajo y antes de procesarlo bien decidí que llegar a la heladería era mi salida.

— ¡Llegamos! — exclamo apuntando el gran local en una equina. Alex enarca una ceja ya antes de poder responder cruzo la avenida sin percatarme que no era mi turno de cruzar.

— ¡Cuidado! — El grito de mi amigo hace que por inercia gire, encontrándome con el cofré de un coche negro. Lo siguiente que siento es el impacto del automóvil contra mi cuerpo. 


Chris

Había llegado a Monterrey hace unas horas, sin embargo primero llegué al hotel para darme un baño. No sabía como reaccionaría Dinora al volver a verme, probablemente nada bien, pero el intento era lo que valía. 

Sigo el camino que ya se había grabado en mi memoria y veo como la residencia sigue igual a como la recordaba. Encuentro la casa que tanto tiempo estuve visitando y estaciono mi coche. Bajo y voy directo a tocar el timbre, a la espera de encontrarla sola. 

— Abre, por favor. — digo. Los segundos pasan y parecen años hasta que los pasos de alguien comienzan a escucharse. Mi corazón se acelera cuando la puerta comienza a abrirse.

Era Anita, la señora que ayudaba en la casa.

Cuando me reconoce esboza una sonrisa algo caída.

— Ana, tanto tiempo sin verla. — Le devuelvo la sonrisa. No me resisto y comienzo a buscar rastro alguno de ella, pero me es imposible ver mucho.

— Supongo busca a la señorita dinora. — por unos segundos su vista va al suelo y por el tono que usa, un mal presentimiento comienza a asomarse por mi cabeza.

— ¿Dónde está ella? — Interrogo. La mujer traga saliva para después contestar.

— ¡Ay señor Chris! — sus sollozos comienzan y mi preocupación aumenta cuando las lagrimas caen por sus mejillas. — Tuvo un accidente. — Cuando escucho aquello me imagino lo peor, y no puedo evitar cargar con el remordimiento de poder perderla.

— Anita, ¿Dónde está?—Mi voz se entrecorta. Ella me m ira tratando de recordar.

— Hospital San José, eso escuché.

No espero más y salgo corriendo hasta mi coche.

Waze sería mi mejor amigo el día de hoy.


𝗙𝗔𝗡𝗚𝗜𝗥𝗟 𝟮 ━━ Chris Evans Donde viven las historias. Descúbrelo ahora