Cuándo hablábamos de la universidad podíamos llegar a ser demasiado duros: diciendo que era la peor etapa, lo más difícil, la cárcel e incluso compararla con lo peor del mundo.
Bueno, sí era todo eso.
Pero ese no es el punto, porque la universidad también era amistad, lealtad, aprendizaje y crecimiento cómo persona. La universidad te dejaba a los mejores amigos de la vida.
Y hoy, era mi jodida graduación.
Mamá y papá se habían empeñado en planear hasta el más mínimo detalle para la fiesta que darían en casa. Todo estaba perfecto, absolutamente todo.
El día estaba en el punto indicado, mi familia estaba lista, mis amigos igual, la fiesta, el vestido perfecto y... él no.
Chris no podría venir. Y cuándo me lo dijo sentí que un balde de una fría cayó sobre mi, la vida me volvía a decir que era una niña tonta y no podía tenerlo todo en la vida.
Pero yo no pedía todo, solo lo pedía a él.
— ¡Ponte el maldito vestido! — Jennifer me grita. — ¡No te vas a deprimir hoy, zorra!
Y sí señores, estaba en cama a las tres de la tarde sin querer ir a la graduación, porque la dramática solo quería ver a su lo que sea que fuera con ella. Ahí. En su día importante.
— ¡Pontelo tú! — gruño y me pongo la colcha encima. Una segunda voz se hace presente y se de quién trata.
Alexander.
— Sal de ahí. — Dice antes de jalarme de los pies y tirarme en el suelo. — Vas a ir a esa maldita graduación, porque no escuché en vano los mil millones de audios de ocho minutos que me mandabas siempre que te querías salir de la carrera o que llorabas haciendo tarea.
Bueno, tenía un punto.
A regañadientes me levanto del suelo y agarro la toalla que Jenn había dejado en mi cama.
— Me voy a bañar. — Los veo de mala manera. — Dejen todo listo en la cama y les hablo cuándo salga, chaito.
Me meto al baño, no sin antes poner la playlist rolitas para bañarte y dar concierto en vivo. Everybody Talks de Neón trees suena y me motiva a seguir respirando (es juego, obvi).
[...]
Ajusto mi vestido y me vuelvo a ver al espejo de cuerpo completo. El rojo del vestido hacia resaltar mi piel, mi cabello estaba planchado y caía en cascada en mi espalda. Los tacones eran negros y tenían una serpiente plateada cómo correa.
No quiero sonar egocéntrica, pero me miraba tan guapa que podría conquistar al mismísimo Patch Cipriano.
— ¿Estás lista para el gran día?, tu padre nos espera en el carro. — mamá entra con un vestido negro.
Asiento y tomo mis pertenecías para seguirle el paso. Los nervios seguían sin hacerse presente, pero estando en el coche serían los protagonistas. No dudaba que tendría ataques de tirarme a la carretera.
Mi padre está en la camioneta con los antebrazos recargado en el volante, vestía en un típico traje negro, que seguramente fue elegido por mi madre.
— Guapísima, princesa. — Me dice al subir al coche. — Graduación, allá vamos.
[...]
6:18 pm
Las personas estaban sentadas en las respectivas sillas separadas, el jardín era lo suficientemente grande para todos, así que no había aglomeraciones. Mis padres, Alexander y mis amigos estaban aquí, para ser espectadores de la vez que Dinora Alvarado se graduó con honores.
SÍ, raramente lo hice.
— La ceremonia está por comenzar, todos tomen asiento. — Habla la sub-directora. Todas las personas hacen caso y a mi derecha tengo a Mavelyn y a mi izquierda está Darían comiéndose las uñas. Mis dos amigas de la facultad.
— Todo saldrá bien. — Le susurro. — Si te dan ganas de hacer del baño, solo corre cómo tiro al blanco. — La morena me da una mirada de terror.
— ¡Pero no digas estupideces! — Se tapa la cara con las manos. Algunos nos ven y yo me pongo roja.
Pasar un momento vergonzoso, listo.
— Si me desmayo, no graben, por favor. — Habla Mav. — Dios conmigo, quién contra mí.
Cuarenta y cinco minutos pasaron exactamente. Cuarenta y cinco minutos cuándo pasó lo que me tenía con las ganas de vomitar. Mi nombre fue pronunciado de los labios de la directora, por unos segundos me quedo sentada, hasta que un codazo de Darían me hace volver al presente.
Me levanto con cuidado de no tropezar con mi propio vestido, porque conociéndome, haría el ridículo.
—... nos dirá unas palabras. — Ah cierto, el discurso que tenía que decir. Subo las escaleras y saludo a las cinco personas que estaban ahí, uno de ellos: mi maestro de civil, mi favorito. Me sonríe y me dice que está orgulloso de mí.
Eso me conmovió, pero me trague el llanto.
Cuándo me dan el título me tiemblan las manos, por fin tenía cinco años de trabajo y llanto, de peleas y ganas de darme de baja de todo.
Me pongo frente al micrófono y doy un largo suspiro para empezar con lo que ya tenía planeado.
— Muchos me conocen, otros no tanto. — empiezo diciendo. — Soy Dinora Alvarado y les vengo a quitar tres minutos de su tiempo con el discurso que probablemente no quieren escuchar. — las risas se escuchan y sigo diciendo todo lo que ensaye y también lo que sentía en el momento. Era muy buena con las palabras, así que no tuve problema al hablar.
Mientras hablo recorro el lugar mirando a mis amigas, amigos y a mis padres sentados viéndome orgullosos. Veo lo que de verdad importa. Pero eso no es todo.
Mi corazón late con fuerza y doy gracias que el discurso haya finalizado y los aplausos sean protagonista del momento porque nadie se da cuenta lo que estoy viendo.
Un nudo se me forma en la garganta y quiero correr, pero mi cerebro no manda señales a mis piernas, está demasiado concentrado perpetuando la imagen de Chris Evans en traje color vino aplaudiendo lejos de la multitud. Sin embargo, nunca estaría lo suficientemente lejos para no reconocerlo.
Su mirada se encuentra con la mía, y en sus labios puedo leer un felicidades. Mete sus manos a los bolsillos y me sonríe.
Y finalmente, siento plenitud.
Había venido. Cumplió una de las tantas promesas que me había hecho, y no podía estar más agradecida de tenerlo en mi vida.
Es él.
Ayer, hoy y en un millón de años, siempre sería él.
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𝗙𝗔𝗡𝗚𝗜𝗥𝗟 𝟮 ━━ Chris Evans
Fanfic𝐅𝐀𝐍𝐆𝐈𝐑𝐋 𝟐 | siete meses después, el drama vuelve más fuerte que nunca.