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Chris

Las decisiones que solía tomar en mi vida con frecuencia eran acertadas, otras veces no lo eran. Por ejemplo, cuando decidí alejarme de ella pensé que estaba haciendo lo correcto, lo hice por su bien o al menos eso supuse. Dinora me había devuelto todo en segundos, y la libertad que tenía con ella nunca la había conocido, por eso no podía arruinar su vida. 

Pero tal vez no debí dejarla de esa manera.

Ahora, teniéndola solamente a una puerta de distancia parecía que habían pasado años desde la última vez que la vi. Abrí la puerta con cuidado, y pude verla.

— Hey. — Hablo en voz baja sin la intención de despertarla, cosa que no pasaría por la anestencia que seguía en su cuerpo. Cuando estoy junto a ella, paso mi mano por su cabello, que seguía siendo negro cómo el carbón. — Te extrañé mucho, cielo.

Y no mentía.

Dios sabe cuánto la había extrañado.

— No te dejé porque ya no quisiera estar contigo, nunca podría haberte dejado por decisión propia. — con cuidado tomo su mano, la única que estaba libre de la intravenosa. — Mi representante me pidió hacerlo, alguien por aquí nos vio, y no dudó en hacérselo saber. — suspiro. — Si no te dejaba, tú libertad y forma de vivir cambiarían en un abrir y cerrar de ojos. Acepté, y cuándo hice aquello rompí tu corazón, lo sé, pero cielo, era la única manera de mantenerte libre, sin nadie que te juzgara cada vez que sales a las calles. — Dinora se remueve un poco, pero no se despierta. — creo que no recordarás que te dije esto, pero por lo mismo te escribí una carta, no cómo la anterior, nada parecida. — Me levanto y sin hacer mucho ruido dejo un beso en su frente. — Te amo. — Me voy de ahí, dejando el sobre en la mesita que estaba junto a ella.

La habitación queda vacía, y cómo lo prometí: solo duré unos pocos minutos que valían más de lo que cualquier otra persona pudiera tener. Camino por el corredor, dónde saldría por la puerta trasera y haría cómo si nada de esto hubiera pasado.

Otra vez.

Pero ahora, esperaría que ella decidiera lo que pasaría entre nosotros.

Para ser sincero, a veces odiaba ser famoso.

Dinora

El ruido y la luz del sol hace que despierte poco a poco. Mi cabeza duele, pero es soportable. Volteo en busca de la persona que está cuidándome, o al menos eso creo, pues estoy en un hospital, y no veo otra razón para estar aquí, junto a mi.

— Tuviste un gran viaje a la otra dimensión, ¿verdad? — La voz de Iván hace que lo encuentre sentado en una esquina con un café en mano. Parecía trasnochado, pero su apariencia seguía siendo igual. Cuándo ve que hago el esfuerzo en sentarme, camina rápidamente hasta mi, y me ayuda a incorporarme. — Un carro chocó contra tu débil cuerpo, Alvarado ¿y quieres hacer esfuerzo de más?bno creo que sea una buena opción.

— Al parecer no soy tan débil, sigo viva, ¿no? — Esbozo una sonrisa, pero estoy segura que parece un quejido.

— Debo enseñarte a cruzar calles, ¿a caso tu mamá no te enseñó de niña que no puedes cruzar una avenida con semaforo verde? — Iván enarca una ceja.

— Quería salir de una situación bochornosa, no me culpes. — Giro un poco a mi izquierda y veo que hay un sobre blanco con mi nombre plasmado en tinta negra.

Reconocí la caligrafía al segundo que lo leí. No dejo de ver el sobre, e incluso hago caso omiso a lo que Iván estaba diciendo.

¿Cuándo había estado aquí?

— Iván.— Mi vista pasa a su persona. — ¿Quién dejo está carta? — Le muestro el papel, y parece reconocerlo.

— Ah, cierto. — Se acerca un poco más. — Una enfermera dijo que alguien te la dejó, pero no mencionó nombre. — Mete sus manos a los bolsillos y clava sus ojos castaños en mi. — ¿Quieres que me vaya para que puedas leerla?

Sin pensarlo tanto, asiento.

Iván sale del cuarto y me deja sola con un sin fin de preguntas que no tienen respuesta.

— Bien.

Abro el sello sin romper nada, tal vez era lo último que tendría de él. Desdoblo la hoja, y empiezo a leer.

« He pensado mil maneras de empezar esta carta, pero ninguna es lo bastante buena para dirigirme otra vez a ti. Supongo que la vergüenza me inunda, pero al final, creo que mereces una explicación.

Primero, tienes que tener en claro que nunca dejé de quererte, porque sería cobarde decirte lo contrario. Cariño, no hay día que no piense en ti, y en lo que estarás haciendo. Incluso tomé prestada la cuenta de Holland para ver que era de tu vida, y vaya, que sorpresa me llevé.

Pero no estoy aquí para eso, solamente quiero dejar en claro lo que pasó.

No sé bien quien fue el encargado de hacerle saber a mi representante que salía contigo, pero cuándo se enteró fue un completo desastre. Tenía que dejarte, por una razón que a mi parecer era bastante fuerte, y esa era que no quería arruinar tu vida, y la libertad que tenías. No podía imaginarte en la universidad con fotógrafos o personas queriendo estar junto a ti solamente por estar conmigo, en ese momento mi decisión era la mejor.

Estaba equivocado, tenía que consultarte primero.

Conforme a Lily, todo era mentira, solo era para mantener las apariencias. Y no, nunca estuvimos comprometidos, ni siquiera yo estaba enterado que harían ese chisme.

Eso es todo, creo que cualquier cosa que tenga que pasar, será decisión tuya, porque si de algo estoy seguro, es que estaré aquí para ti siempre que me necesites.

Recuerda: estamos a un mensaje de distancia.

Te amo.»

Terminé de leer la carta, y no pude evitar soltar unas cuantas lágrimas. No sabía que pensar, ni que hacer. Viví meses pensando que nunca me quiso, cuando era todo lo contrario, me quería tanto que decidió alejarse de mi para protegerme.

Pero ahora, leyendo esto solo puedo asegurar que Christopher superaba las expectativas que teníamos de él.

— Creo que tengo una charla pendiente con él. — murmuro dejando la carta en mi pecho.

𝗙𝗔𝗡𝗚𝗜𝗥𝗟 𝟮 ━━ Chris Evans Donde viven las historias. Descúbrelo ahora