Mi vida era un libro que seguía escribiendo, actualmente los capítulos más interesantes son donde el protagonista era Chris, de eso estaba segura. Sin embargo, antes de su llegada mi vida ya era un lío de emociones, había una persona que aceleraba mi corazón con solo respirar: Charly.
Todo lo que he contado de él es cierto, roza la perfección, incluso conociendo sus defectos mejor que sus virtudes puedo decir que es perfectamente imperfecto. Todo en él encajaba, como si antes de nacer alguien haya detallado a la perfección su personalidad, su físico y la inusual sonrisa que esbozaba cuando algo lo hería. Hoy, voy a hablar de él, porque antes de ser una historia de Christopher, fue una historia de Charly y mía, antes de la perfecta Dinora, existía la imperfecta chica que cambió por amor. Sí, a lo cliché.
Aunque solo te lo estoy contando para que entiendas lo que vendrá después.
Exactamente un día soleado de agosto, en la odiosa materia de física y con mil problemas sin resolver, ah, y a la edad de dieciséis años, lo vi. Entró al salón y se sentó en la primer fila, en el primer asiento y luego tomó agua (llámame loca, pero yo lo llamaría buena memoria). No voy a mentir, su altura causó revuelo en mi interior, porque sí, primero entró por los ojos.
De la manera coloquial diré que me lo ligué, pero no fue fácil, de hecho fue más difícil de lo que pasó con Chris. Entrar a su vida fue cómo querer salir del laberinto de maze runner con los ojos cerrados. Mis caminatas eran con él todos los días al salir de la preparatoria, de poco en poco me fue contando cosas de él, y yo me iba enamorando conforme me ganaba su confianza. Sus inseguridades, sus problemas, pero lo que más me impresiono fue su manera de sobrellevar las cosas, joder, era increíble. Lo que me enamoró por completo fue la manera en que escuchaba mis tonterías sin quitarme la mirada mientras hablaba, sin sacar el celular cada minuto, sin interrumpir: me escuchaba cómo si entendiera a la perfección todo lo que salía de mi boca.
Meses pasaron, meses donde éramos él, el viento de noviembre y yo. Ni siquiera me da el tiempo para describirte cada pequeño detalle que hizo por mi: abrirme la puerta de los lugares a donde entrabamos, esperarme luego de la salida mientras compraba comida, quedarse conmigo hasta que mamá llegara por mi, aun cuando él tendría que caminar poco más de 10 minutos a la estación de su autobús.
Nunca se lo dije, pero desde el momento donde me rendí ante su persona, desde el día donde supe que me había enamorado me prometí ser su apoyo en todas sus decaídas, ser el hombro donde podría llorar toda la noche si era necesario, ser la llamada de la madrugada cuando él lo necesitara. Por que si de mi dependiera, él estaría en una burbuja aprueba de todo para que nadie le hiciera el más mínimo daño, irónico, porque yo lo dañé cuando me fui con Christopher.
Y ahora, llegamos al punto donde lo estoy cumpliendo.
Una llamada a las dos de la mañana me hizo levantarme con el humor peor que lunes a las siete de la mañana.
— ¿Hola?
Un sollozo se escucha para luego sorberse los mocos — que supuse fueron consecuencia del llanto — era él, lo entendí cuando volvió a sollozar. Nadie de mis amigos se atrevía a llorar frente a otros, pero yo era la excepción de él.
— Charly, ¿Qué pasó?— Me siento en la cama sin quitar el celular de mi oído. Su silencio me dice que está recuperando la compostura.
— Estoy de la mierda...
— ¿Qué te hicieron?
— Se fue a la mierda... todo se acabó.
Y ahí entendí la llamada.
— ¿Estás en tu casa?, voy para allá, solo... quédate ahí. — él dice algo inaudible, pero solo cuelgo, me pongo unos tenis y tomo las llaves del auto para salir de mi habitación. El pasillo estaba oscuro, mis padres dormidos en diferentes habitaciones y el único ruido eran mis tenis sobre el mármol. Salgo de la casa y enseguida veo mi coche estacionado junto al de mamá.
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𝗙𝗔𝗡𝗚𝗜𝗥𝗟 𝟮 ━━ Chris Evans
Fanfiction𝐅𝐀𝐍𝐆𝐈𝐑𝐋 𝟐 | siete meses después, el drama vuelve más fuerte que nunca.
