Después de un fresco y relajante baño, ambos ya estaban preparados para dirigirse hacia el restaurante acordado.
El ojiazul vestía un hermoso blusón de botones beige claro que le quedaba holgado de sus brazos, adornado con hermosos holanes en su pecho y un bonito cuello estilo mao. Al menor le encantaba vestir blusones y camisas de ese estilo, se le hacían elegantes y llamativos. Además del hermoso blusón, también vestía un ligeramente ajustado pantalón café oscuro de vestir, acompañados con unos bonitos mocasines del mismo color para el contraste de colores.
Para su cabello optó en hacerse dos delgadas y bonitas trenzas que juntó con un hermoso broche dorado con forma de una hoja. Haciendo lucir sus trenzas en forma de coronita.
Optó por maquillarse muy ligeramente, colocó un poco de brillo en sus labios y delineó ligeramente sus ojos para resaltarlos, usando una sombra dorada muy sútil.
Leone se afeitó y se maquilló cuando quedó vestido. Un poco de sombra color negro, delineador y rimel, y por supuesto, base con polvo compacto y sus cejas remarcadas en un color gris oscuro, siendo lo mas llamativo su lápiz labial en color violeta.
La ropa de Leone siempre era sencilla, pero elegante, y no variaba mucho con los colores. Esa noche habia optado por pantalones color negro con una ceñida camisa gris oscuro, cuyos primeros tes botones dejo desabrochados y una pequeña cadena de oro blanco sobre su cuello. Mocasines negros, y sus largos cabellos platinados cayendo libremente sobre sus hombros, con las puntas erizandose cada vez mas conforme se iba secando su cabello.
— Te ves precioso... — dijo el albino, mirando a Bruno salir de la tienda de campaña. Las mejillas de Leone se habian tornado rosadas al verlo, disfrazadas gracias a su maquillaje.
Buccellati colocó un mechón de su melena azabache detrás de su oreja mientras emitía una suave risa al escuchar aquel cumplido, sintiendo sus mejillas arder mientras se acercaba al mayor, abrazando su brazo y dejando un suave beso en su barbilla.
— Tú te ves apuesto, corderito — ronroneó ligeramente el menor, sonriendo como bobo mientras miraba el varonil rostro de su novio.
— A este paso, deseare cenar galletita... — murmuró Leone, mirando a Bruno, embelesado, recibir ese besito en su barbilla le encanto — Con jugoso duraznito — agregó, echando un vistazo a las nalgas del pelinegro, sin esconder sus intenciones.
El albino besó ruidosamente la coronilla de Buccellati y, luego de despedirse del par de empleados del servicio de camping con una seña, comenzó a caminar con Bruno.
El pelinegro siguió a su pareja sin soltar el agarre en su brazo. Mientras charlaban un poco en el trayecto de la playa al restaurante. No tardaron mucho, les fue fácil llegar a pie a su destino.
Se trataba de un precioso restaurante costero con una terraza amplia con vista al mar. No tuvieron problemas al ingresar, Leone tenía una reservación y fueron conducidos por un empleado a una mesa en la terraza, bajo el cielo estrellado.
Abbacchio apartó la silla para ayudarle a Buccellati a tomar asiento, le besó la coronilla y finalmente se sentó frente a él. El albino entrelazó sus largas piernas con las de Bruno bajo la mesa, mientras les entregaban el menu.
El menor tomó su respectivo menú, observando las opciones de esa noche, dándole pequeñas miradas a su novio por encima del menú. No se cansaba de ver al albino, estaba profundamente enamorado de aquel hombre que antes de ser el amor de su vida había sido su rival más temerario.
Después de observar las diversas opciones, el menor decidió probar un platillo de Fetuccini con camarones. Una vez decidido, volvió su vista hacía su acompañante, sonriendo como el joven enamorado que era. ¿Era demasiado obvia la devoción que sentía por el? Le era muy difícil ocultarlo.
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Rivali d'amore
RomanceAbbacchio_Buccellati & Cøckatiellë AU. En la aclamada academia de deportes acuáticos "Passione", la rivalidad entre dos jovenes promesas de la natación, Bruno Buccellati y Leone Abbacchio, esta a punto de estallar. Bajo ordenes del estricto entren...