Capitulo LV: Sombrero

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¿Que haremos hoy, amore? — le preguntó el ojiazul, tomándolo de la mano.

Uhm... lo que tu quieras hacer — respondio Abbacchio, entrelazando sus dedos con los de Buccellati. El mayor le dirigio una mirada a las caderas de Bruno. — ¿Como te sientes? ¿Puedes caminar?

Mh... Ya no duele tanto — contestó el menor, mirando hacia el cielo hasta dar con los orbes ámbar — Fuiste rudo — dijo el ojiazul, juntando sus cejas en un pequeño berrinche.

Leone separo los labios para replicar. Pero no habia nada que pudiese decir al respecto. El sexo en aquel baño fue delicioso y muy placentero, al igual que el delicioso sexo dentro de la tienda de campaña. Realmente, no podia contenerse. Se habia convertido en un adicto al placer. Si fuera su eleccion, pasaria todo el dia entre las piernas del pelinegro.

El maquillaje cubrió el sonrojo de Leone, pero con las orejas expuestas debido a su cabello trenzado, no pudo ocultar el lindo color rojizo que adquirieron, al mirar el tierno berrinche de su novio.

G-galletita... prometo que te lo hare mas suavecito la proxima vez — le dijo, agachandose para alcanzar los labios de su novio, besandolo dulcemente.

El menor colocó sus brazos alrededor del cuello de Leone, pegándolo más contra su cuerpo al sentir aquel tierno beso, el cual devolvió lentamente, amorosamente mientras soltaba una pequeña risa.

Mmh... Nunca dije que no me gustara que fueras rudo... — le miró con sus pestañas onduladas, comenzando a pestañear coquetamente. Mirándole con sus zafiros brillantes.

Abbacchio solto un jadeo ronco tras escuchar a Buccellati. Las orejas del albino se tornaron mas rojizas.

Y al instante, el albino volvio q besarlo y junto sus cuerpos, abrazandolo con firmeza de la cintura.

Bruno soltó un pequeño gemido debido a la acción del albino, sintiendo su cuerpo entero temblar y sus mejillas ruborizar.

Sin embargo, sabía que el de ojos ámbar se calentaba muy fácilmente, y sabía que está no era una excepción. A pesar de que le gustaría saber hasta donde llegarían, estaba consciente de que estaban al aire libre y en un lugar muy concurrido por personas.

Mmh... Amorcito... Corderito — le llamó entre besos el pelinegro, alejándose un poco de sus labios.

Galletita — ronroneo el albino, mirando de reojo a su alrededor un momento. Al notar que nadie parecia mirarlos, deslizo una de sus manos y le apreto un gluteo a Buccellati.

¡Mh! ¡Leone! — exclamó entre el beso el pelinegro, dándole una palmada en el pecho — Aquí no — murmuró con el ceño fruncido.

Abbacchio solto un leve jadeo con aquella palmada en su pecho y luego empezo a reir, retirando su mano del trasero de Buccellati.

Lo siento galletita, solo queria comprobar como estaba mi duraznito — sonrió el albino, dandole un beso en la mejilla.

Bruno relajó su expresión y soltó una encantadora risita, tomando la mano del contrario para resumir su caminata. Los ojos del menor se paseaban por el lugar, buscando alguna actividad para hacer juntos.

Sin embargo, a lo lejos logró presenciar artesanías coloridas y llamativas, lo cuál llamó su atención. El menor miró a Leone y le sonrió.

¿No te gustaría ir a curiosear las artesanías? — preguntó Bruno, mirándole con sus ojos brillantes, agitando sus espesas pestañas coquetamente.

¿Hm? — el albino volteo a ver a Bruno al escuchar aquella pregunta. No obstante, al encontrarse con esa sonrisa, ojitos azules brillantes y el movimiento de pestañas tan coqueto, Leone asintió automáticamente, sin ni quiera procesar lo que habia dicho el pelinegro. — Yo... si quiero... — balbuceo, apretando suavemente la mano de su novio.

Rivali d'amoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora