XLI: Un minuto

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Sera un viaje de un par de dias, para entrenar — Leone miraba a Paolo, la postura y voz del albino eran de seriedad. — Cuidare de Bruno, se lo aseguro. Estaremos en Capri el fin de semana — explico Abbacchio.

Paolo fruncio el ceño, mientras Bruno alternaba la mirada entre ambos. Bruno estaba sumamente... conmovido, por el hecho de que Leone le propuso ir a entrenar a Capri. E incluso el albino se ofrecio a pedir permiso para ir a dicha isla con el.

Bruno miró a expresión seria de su padre, lo cual entendió perfectamente. Sin embargo, tomó su brazo gentilmente y le sonrió de una forma dulce.

Por favor, papá — dijo Bruno, tratando de convencer a su papá — Es para las nacionales, es muy importante.

El ojiazul mayor suavizó su expresión al mirar a su hijo, no podía negarle nada a esa carita.

Está bien — suspiró el padre del pelinegro — Solo el fin de semana, ni un día más — sentenció, mirando al albino con seriedad.

Solo el fin de semana, señor Buccellati — acepto Leone, inclinando la cabeza en una leve reverencia hacia el padre de Bruno.

Habia sido tan dificil, casi imposible, pero Leone se las habia arreglado para obtener el permiso de Paolo Buccellati. Asi, podria llevar a Bruno a aquel viaje de entrenamiento a Capri, ayudandole a prepararse para las nacionales.

Bruno sonrió y abrazo fuerte a su papá, agradeciéndole efusivamente. Mientras Paolo miraba a Abbacchio con una expresion de disgusto, haciéndole un gesto de que lo estaría vigilando

Leone trago saliva pesadamente y se quedo quieto, mientras sentia un sudor frio recorrer su frente. No obstante, su rostro lucio una sonrisa torcida. Habia concretado un viaje con Bruno, eso era absolutamente maravilloso.

El fin de semana tan esperado por fin llego al cabo de unos dias. Abbacchio fue a recoger a su novio en su auto. El albino practicamente pego su frente al piso mientras escuchaba todas las reglas impuestas por Paolo Buccellati y el millon de veces en las que el hombre le amenazaba diciéndole, o mas bien, ordenandole que cuidase bien de Bruno.

Paolo no dudaba de que su hijo era absolutamente capaz de cuidarse solo, pero al viajar con tremendo Dracula, Paolo le hizo jurar que cuidaria con su sucia vida a su hijo. Despues de todo, al menos Bruno podria usar a ese feo Dracula de guardaespaldas o algo similar.

Ciertamente, Bruno desconocia del todo los planes de Leone. Sabia que irian a Capri, pero no tenia mas detalles al respecto. El albino habia manejado todo con bastante misterio los últimos dias.

Al estacionarse cerca del muelle, Leone tomo su maleta y la de su novio. Era un dia caluroso y soleado. Un amigo suyo, Risotto, se encargaría de recoger su auto mas tarde, con una copia de las llaves. Su auto seria prestado a él durante el fin de semana con la condición de que le hiciera ese pequeño favor.

Buccellati miraba emocionado y feliz al mayor, abrazándolo fuerte y cariñosamente de su brazo, dejando varios besitos en su mejilla mientras reía felizmente, de su forma única y peculiar.

¿Qué haremos primero al llegar, amore? — preguntó emocionado el menor.

— Al llegar voy a cubrirte de besos — respondio sinceramente Leone, sonriendo sugestivamente. Cargaba ambas maletas como si de un peso liviano se tratasen y estaba encantado con Bruno sosteniendo su brazo, dandole tiernas muestras de afecto mientras reia como cochinito, sumamente encantador.

Pronto, en el muelle visualizo el bote que usarian para llegar a Capri. Era un bote rentado, con un capitan a bordo. Por supuesto, con la experiencia de Bruno y los conocimientos de Leone no requerian de ayuda para viajar en bote, sin embargo, si necesitaban alguien para dirigir el bote debido a los planes que tenia el albino durante ese viaje.

Rivali d'amoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora