Capitulo XVI: Diversión

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Cuando la clase llegó a su fin, ambos jóvenes fueron hacia los vestidores para cambiarse. Bruno tenía que trabajar ese día, pero tenía la suerte de que saldría temprano y así podria ir junto con Leone a cenar después de su turno.

Después de un refrescante baño, ambos estuvieron listos para dirigirse a sus respectivos destinos, se despidieron y finalmente partieron.

Bruno estaba emocionado por tener una segunda cita con el albino. Finalmente sentía una conexión muy fuerte después de dos semanas de convivir y conocerse mutuamente. De alguna manera, ambos se complementaban de una forma tierna y encantadora.

No podía negar que su corazón palpitaba con demasiada fuerza cada vez que el albino se acercaba a el o lo acariciaba. No podía esconderlo más, se había enamorado de su rival.

No sabía en que momento ocurrió, simplemente se dio cuenta de que le gustaba Leone, demasiado. A pesar de que era un amargado, enorme y tosco. ¿Acaso fue accidental?

Leone llevó a Bruno a su trabajo. El albino se retiró ya que debía ir de compras para abastecer su alacena, de no ser así se habría quedado a esperar a que terminase el turno del pelinegro.

Cuando se acercó la hora, Leone tomó otro baño. Se tomó un tiempo para maquillarse adecuadamente e incluso se volvió a afeitar y usó un poco de loción.

Era un día caluroso, pero el no abandonaba su ropa negra. Decidió usar unos pantalones negros, mocasines negros y una camisa morada, la cual dejó desabrochada del pecho. Satisfecho con su aspecto, pasó un cepillo por sus cabellos. Leone tomó sus llaves del recibidor y un paquete de cigarros.

No obstante, antes de meter los cigarros en su bolsillo, los arrojó a la basura. A Bruno no le gustaba el olor del tabaco. Desde que descubrió eso, había estado parando de fumar, aunque no era algo que hacia seguido, decidio dejarlo por completo.

Condució tranquilamente rumbo al restaurante donde trabajaba el menor. Su corazón palpitaba con fuerza al pensar que tendrían otra cita. Al estacionarse fuera del restaurante, tomó su teléfono celular para mirar la hora. Había llegado 20 minutos antes. Leone bajó de su auto y esperó pacientemente por Bruno, recargandose en su pulcro vehículo.

Los minutos fueron lentos, estaba ansioso por ver a Bruno. Cada que se abría la puerta del local su mirada se dirigía hacia ese lugar, en busca del precioso pelinegro.

Hasta después de algunos minutos, finalmente el apareció. Leone abrió los ojos sorprendido, separando sus gruesos labios maquillados de violeta. Incluso su celular se deslizó de su mano, cayendo al suelo.

El pelinegro salió del local con una pequeña mochila al hombro, vistiendo unos pantalones de vestir color café claro, acompañados con unos mocasines del mismo color y una camisa blanca de botones de manga larga holgada, abierta del pecho para revelar un hermoso bralette de encaje negro. Esta vez traía dos trenzas adornando su cabello azabache, una en cada costado con un bonito broche de oro en la parte trasera sosteniendo las trenzas. Y no podían faltar sus bonitos lentes, los cuales lo hacían lucir aún más divino.

El menor al mirar al albino, sonrió enternecido y se acercó a el felizmente para darle un rápido beso en la mejilla, imprimiendo sus labios en su mejilla de un suave color rosado.

Así es, Buccellati estaba usando un labial rosado claro en esta ocasión.

Espero no haberte hecho esperar mucho, Leone — pronunció de manera suave el menor mirándolo con una suave sonrisa.

El corazón de Abbacchio estaba hecho un lío, latía de manera acelerada e irregular luego de ver a Buccellati caminando hacía él. Se veía tan hermoso, y lo mejor era saber que se había arreglando para el de esa manera, incluso con un bonito bralette que quedaba a la vista gracias a la camisa abierta. Fue inevitable comenzar a excitarse, así como continuar con esa expresión de bobo ignorando completamente que había tirado su telefono celular.

Rivali d'amoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora