El albino caminó de forma torpe fuera de la habitación tras tomar una caja de pañuelos, luego de encender todas las luces. Fue directo al sofá, donde tomó asiento pesadamente y desabrochó sus pantalones con urgencia.
Su verga erecta rebotó fuera de la tela. No esperó más, envolvió con sus dedos la tosca erección y empezó a acariciarse rápidamente, suspirando de placer y pensando en Bruno, en su hermoso Bruno, en los besos que habían compartido y en lo precioso que fue poder tocar ese impresionante pecho por fin.
Pasaron los minutos de manera lenta, y Buccellati ya se encontraba secando su cuerpo con la toalla que le había prestado Leone. Una vez que terminó de secarse, tomó la ropa que esté le había prestado para vestirla.
La camisa le quedaba demasiado grande, a escasos centímetros de sus muslos para ser exactos. Los boxers le quedaban un poco flojos, pero al menos se mantenían en su lugar.
Lo que si fue un problema fueron el par de shorts que le había proporcionado el albino, le quedaban también muy grandes. Si los soltaba, caían libremente al suelo.
Soltó un suspiro y tomó el par de shorts en su brazo, secó rápidamente sus cabellos y dejó la toalla en su cesto para después salir del baño y dirigirse donde el albino, el cuál se encontraba en la cocina.
Afortunadamente, Abbacchio hace poco había terminado de masturbarse y limpió su crimen con los pañuelos. Se lavó muy bien las manos y se dirigió a la cocina a preparar algo.
Leone ciertamente era poco diestro en la cocina. Y Bruno lo sabía. Así que no tenía que preocuparse tanto por decepcionarlo. El albino comenzó a buscar entre los estantes.
Al final, se encontró colocando agua en la estufa para poder preparar un par de sopas instantáneas y preparando un sartén con aceite para hacer nuggets de pollo congelados. Justo cuando Buccellati entró, el albino se encontraba echando los primeros nuggets de pollo en la sarten, usando un delantal negro para que el aceite que salpicara no le llegara a la piel, pues seguía usando solo un par de pantalones humedos.
Con sus cabellos recogidos en una coleta alta, el albino arrojaba de forma torpe los nuggets en el aceite caliente. Tenia poco tiempo que se habia animado a preparar ese tipo de alimento y aun era torpe en ello.
Buccellati se acercó al albino cautelosamente hasta quedar detrás de él. Tímidamente, alzó un poco sus brazos, lo abrazó de la cintura y descanso su rostro en la ancha y fuerte espalda del mayor, soltando un suave suspiro.
Leone abrió los ojos sorprendido al sentir aquellos cálidos brazos rodeando su cuerpo. Una risa suave escapó de sus labios cuando Bruno apoyó su rostro en su espalda, la respiración del pelinegro causo placenteras coquillas en su piel. Fue un momento... perfecto, glorioso. Jamás se imaginó que llegaría el día en que tendría a Buccellati abrazándolo de aquella manera, pero en ese preciso momento estaba ocurriendo. Y no podría sentirse más afortunado al respecto.
— Bruno.... — murmuró amorosamente el albino, terminando de verter los nuggets en la sarten con aceite, cubriendo bien los brazos del menor — ¿Cómo estuvo el baño, lo disfrutaste?
— Estuvo perfecto — sonrió tiernamente el menor, hundiendo más su rostro en la espalda del mayor antes de asomarse por uno de sus brazos para observar lo que hacía en la estufa — ¿Qué cocinas? — preguntó curioso.
Leone sonrió, disfrutando del contacto tan amoroso de Bruno, al menos hasta que preguntó sobre la cena, provocando que soltara una risa.
— Lo mejor que se preparar... nuggets congelados y sopa instantánea — respondió Leone, tomando una espátula para voltear los nuggets en el sartén — Soy un chef muy diestro — bromeó.
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Rivali d'amore
RomanceAbbacchio_Buccellati & Cøckatiellë AU. En la aclamada academia de deportes acuáticos "Passione", la rivalidad entre dos jovenes promesas de la natación, Bruno Buccellati y Leone Abbacchio, esta a punto de estallar. Bajo ordenes del estricto entren...