Capitulo 2: Introducción

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Si bien a ambos les disgustaba la idea de tener que hacer equipo para entrenar a los mocosos, no podían ir donde el entrenador Kujo y declinar su nueva responsabilidad. Después de todo y como este lo menciono con anterioridad, era parte de su entrenamiento.

Buccellati soltó un suspiró, vaya que sería algo difícil, pero el sabía que los chicos no tenían la culpa de los constantes "problemas" que este tenía con el albino. Así que el mismo se dio la tarea de ser su mejor ejemplo y entrenador, y lograr que esos jóvenes frente a él sean los mejores nadadores de la institución.

Un nuevo reto añadido a su lista, pensó.

¡Bene! Primero que nada, bienvenidos a Passione - exclamó ligeramente el menor con una sincera sonrisa en su rostro - Mi nombre es Bruno Buccellati – dijo con entusiasmo. Pero pronto su expresión cambio a una de fastidio al voltear a ver al albino – y este amargado de aquí es Leone Abbacchio...

Leone permaneció en silencio, mirando hastiado hacia la piscina. No obstante, fue sacado de su maraña de pensamientos, o mas bien maldiciones, al oir su nombre en los labios de Bruno.

Oye... – gruñó en una queja el mayor, frunciendo el ceño más de lo habitual. Abbacchio siempre andaba con el ceño levemente fruncido, pero el comentario de Buccellati hizo que este se agravara. Dió un paso para cortar la distancia entre ellos y se inclino lo suficiente como para acercar sus labios a la bonita oreja del pelinegro – No te hagas el listo hoy, eh – murmuró entre dientes, delineando con su dedo índice el costado de la mandíbula de Buccellati.

Los cinco jovenes ante ellos se congelaron. Mista y Narancia reaccionaron poco después dando un paso al frente, pendientes de Abbacchio.

Era de esperarse, el albino era bastante grande y la actitud que había adquirido era intimidante. Parecía como si el de ojos ámbar estuviese a punto de hacerle algo a Buccellati, debido a su pose amenazante, a su tono de voz ácido.

Buccellati sintió su rostro arder ligeramente al sentir el dedo contrario contra su mejilla, pero no sé quedaría sin hacer nada al respecto ante tal actitud.

El pelinegro tomó la muñeca del mayor y la apartó bruscamente de su rostro, mirándolo desafiante.

¿Acaso te molesta que te digan tus verdades? – preguntó Bruno amenazante.

Los jóvenes aprendices se quedaron estáticos en su lugar. Ninguno se esperó tal reacción de parte de Bruno. El pelinegro no se veía en lo más mínimo intimidado ante el enorme albino.

Ciertamente, Buccellati también era considerablemente alto y tenía un cuerpo bien trabajado, pero Abbacchio era más corpulento, más alto, cualquiera que lo viera por ahí temería recibir un golpe potenciado por esos enormes brazos que acababan de ver abriéndose paso fieramente entre el agua.

Cariño – gruñó el albino, sin apartarse de Bruno. Una sonrisa burlona apareció en su bello rostro mientras observaba los hermosos ojos azules de Buccellati encendidos en enojo. Además, aquella forma en la que Bruno había apartado su mano fue tan brusca que incluso sintió un tirón de dolor en la muñeca con la presión que ejerció en esta – Hm, no me cansare de decirlo... – dijo, inclinándose lo suficiente para dejar su rostro a escasos centímetros del de Buccellati – Si que tienes pelotas – murmuró con una sonrisa lasciva.

Al parecer más que tú sí – respondió con odio el menor apretando un poco más el agarre de la muñeca del albino, mirándolo con ligero despreció.

Aquel agarre volviéndose mas fuerte ocasionó que el albino soltase un gruñido. Buccellati era más fuerte de lo que aparentaba, lo sabía muy bien. No obstante, su respuesta hizo que la sonrisa lasciva permaneciera en su rostro, e incluso que se volviese más grande e intimidante.

Rivali d'amoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora