Después del arduo trabajo de Leone como entrenador de 5 menores, finalmente las clases llegaron a su fin. Los niños se despidieron efusivamente de los mayores y salieron del chapoteadero con sus respectivos tutores
Buccellati miró la hora en su reloj deportivo y se dió cuenta de que ya era algo tarde para atender uno de sus compromisos.
— Oh mierda... — murmuró él menor al ver la hora.
Rápidamente salió de la piscina y corrió hacia las duchas, tomó su mochila y tomó sus pertenencias de aseo personal para tomar un rápido baño.
A Leone le descolocó la forma en la que Bruno salió del chapoteadero. Lo siguió hasta las duchas, y para cuando entró, Bruno ya se encontraba aseandose.
— ¿Buccellati? — el mayor inclino el rostro sutilmente, mirando al pelinegro dentro de uno de los cubículos. No comprendió la prisa del menor.
— ¿Que sucede? — le contestó el menor mientras lavaba su cuerpo rápidamente para seguir con su cabellera azabache — Tengo prisa, así que dime rápido.
Y antes de que el albino pudiese contestarle, Bruno ya estaba enjuagando todo su cuerpo. Segundos después tomó su toalla y comenzó a retirar el exceso de agua de sus brazos, pecho y el resto de su delgado cuerpo.
Bruno salió del cubículo rápidamente y fue hacia su mochila para comenzar a vestirse.
Leone miró con confusión a Bruno, el pelinegro estaba haciendo todo rápidamente. ¿Por qué le urgía salir de ahi de pronto? El dolor ardiente en su pecho regresó al recordar los acontecimientos del día anterior. ¿Buccellati se marchaba para otra cita? ¿Tendría otra, a pesar de que durante la clase se veía demasiado decaído?
El albino apretó sus labios, y cuando Bruno se encontró vestido peinándose rápidamente frente al espejo, se acercó por detrás. No quería dejarlo ir, de ninguna forma, no después de lo que pasaron aquel día.
Abbacchio tragó saliva y rodeó con sus fuertes brazos la cintura del pelinegro, hundiéndose en un abrazo estrecho.
— ¿A donde piensas ir, tan rapido? — cuestionó con cierto tono de molestia en su voz, aferrándose a Bruno con una sonrisa. Pensó que lo mejor sería hacerlo feliz, hacerlo reír — Te dije que no te compartiría hoy.
Las mejillas de Buccellati se tornaron de un suave color rosado al escuchar las últimas palabras del mayor y al sentir los fuertes brazos rodeándolo. Era tán cálido, tán hermoso, de una extraña forma lo hacía sentir seguro.
Pero no, tiene una responsabilidad y debe cumplir con ella.
— Leone, basta — dijo el menor comenzando a trenzar su cabello con rapidez, sin apartar la mirada del espejo.
El albino frunció levemente el ceño e hizo un puchero al obtener aquella respuesta, mientras veía como Bruno trenzaba su cabello con rápidez y habilidad. Su pecho seguía ardiendo, al sacar conclusiones apresuradas e imaginar a Bruno rumbo a otra cita con aquella persona que le hacía poner tan triste.
No quería que Bruno se fuera...
— ¿Basta? No quiero dejarte ir.... — murmuró el albino, apretando sutilmente entre sus brazos a Buccellati. Su torso fresco y desnudo rozandose contra la espalda de Bruno — Quédate un poco más... Ya tomaste una ducha, esperame un poco y te llevare a comer algo — le propuso con voz suave.
— Estaré ocupado el resto de la tarde, Leone — respondió Buccellati terminando de trenzar su cabello para colocar unos bonitos pasadores dorados.
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Rivali d'amore
Storie d'amoreAbbacchio_Buccellati & Cøckatiellë AU. En la aclamada academia de deportes acuáticos "Passione", la rivalidad entre dos jovenes promesas de la natación, Bruno Buccellati y Leone Abbacchio, esta a punto de estallar. Bajo ordenes del estricto entren...