Era un nuevo día, y ambos jóvenes aún seguían dormidos en la comida cama inflable. Las gaviotas cantaban, pero el relajante sonido de las olas era lo que predominaba esa agradable mañana.
Ambos seguían acurrucados, en especial Buccellati. Quién se encontraba hundido en el fuerte pecho del albino, con sus piernas entrelazadas con las de Leone, durmiendo pacíficamente. Disfrutando de la calidez del cuerpo de su novio.
Poco a poco, los ojos azules del pelinegro comenzaron a revelarse mientras abría sus labios para emitir un suave bostezó, arqueando su espalda un poco en forma de estiramiento, ya que no quería soltar a su pareja.
Somnoliento, el menor miró el relajado rostro de Abbacchio. Debía admitir que se vea hermoso mientras dormía, ya que su eterno ceño fruncido estaba relajado y sus labios ligeramente entreabiertos. Hermoso, bellísimo.
Bruno estiró sus labios en una sonrisa y comenzó a besar las mejillas del mayor con pereza, para después llevar sus labios hacia su cuello para repartir más besos, mirando con orgullo las marcas que había hecho en su pálida piel que aún prevalecian.
Y debido al cosquilleo en su piel causado por los tiernos besos de Bruno, Leone lentamente fue abriendo los ojos. Su expresion era de pereza, sin embargo, en su rostro aparecio una sonrisa suave al encontrarse con su precioso Bruno.
Gracias a que usaba maquillaje de larga duracion, su rostro no era un desastre. No obstante, el delineador estaba un poco manchado. La pereza de la noche anterior le había llevado a acostarse así, sin mas. Ya se reprendería mentalmente luego por ello, debido a que era malo para la piel.
— Galletita... — murmuro somnoliento, acariciando la pequeña cintura de su novio. Usando unicamente sus ajustados boxers, los cuales lucian un gran bulto.
— Buenos días mi corderito — murmullo el pelinegro, plantando un suave beso en los labios del contrario, posteriormente dejando un pequeño beso en su naríz.
Sus espesas pestañas danzaban mientras parpadeaba, tratando de alejar la pereza de su cuerpo pero le era inútil. Soltó un suave gruñido y volvió a acurrucarse en el pecho del mayor, abrazándolo ligeramente fuerte.
— Mhh... No quiero levantarme... — dijo el pelinegro adormilado, bostezando de nuevo.
Abbacchio sonrio como un bobo al recibir los besitos de su amado. Lo abrazo con mas fuerza, pegandolo a su cuerpo. El albino se sentia tremendamente perezoso.
— Quedemonos aqui, mi galletita... — propuso Leone, con su voz lenta y pausada. Sus ojos se cerraban a ratos, pero trataba de mantenerlos abiertos para seguir mirando a su precioso novio.
— Mmh... Quiero quedarme así... Para siempre — mencionó el pelinegro, apretando a su novio contra suyo.
Joder, como amaba estar entre sus brazos, y como amaba ser apretado por el de ojos ámbar. Le era placentero, le hacía sentir seguro. Era una mezcla de sentimientos que ni siquiera el podría explicar.
Pero en sus palabras no había ninguna mentira, el quería quedarse en sus brazos para toda la vida.
— Yo tambien, mi galletita — la voz del albino salio practicamente en un ronroneo, su risa fue suave y los besos que le dio en la coronilla fueron ruidosos. Con su fuertes brazos envolviendo la pequeña cintura del pelinegro, se quedo recostado ahi, cerrando sus ojos y suspirando de satisfaccion.
Leone se sentia sumamente relajado y completo. Cuando tenia a Bruno entre sus brazos, se sentia completo. Adoraba con locura al precioso pelinegro.
— Se que es muy... Precipitado pensar en algo así — habló perezosamente el menor, jugando con los largos cabellos platinados de su novio, enredandolos en sus dedos — Pero... Soñé que era... Bruno Buccellati de Abbacchio... — dijo el menor entre suaves y tiernas risas, apretando más al albino contra suyo — ¿No es una locura?
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Rivali d'amore
RomansaAbbacchio_Buccellati & Cøckatiellë AU. En la aclamada academia de deportes acuáticos "Passione", la rivalidad entre dos jovenes promesas de la natación, Bruno Buccellati y Leone Abbacchio, esta a punto de estallar. Bajo ordenes del estricto entren...