Capitulo XXV: Semifinal I

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Los días posteriores transcurrieron de forma normal. Leone y Bruno mantenían su relación de forma discreta cuando asistían a la academía a entrenar, aunque les fuera realmente difícil no comerse a besos cuando se miraban o nadaban juntos.

Ambos procuraban salir a comer y pasar más tiempo juntos antes de que Abbacchio llevara a Bruno a su casa, ya que su padre comenzó a comportarse de forma estricta cuando sabía que ambos estaban juntos. Pero esto no evitaba que gozaran de los momentos donde ambos disfrutaban de su compañía mutua.

Los días se fueron volando, y finalmente llegó el día tan esperado para ambos, las semifinales.

A diferencia de Buccellati, Abbacchio estaba totalmente preparado para este evento. Sí, el pelinegro también se había preparado, pero no completamente. Esto debido al temor que tenía al prácticar los clavados, sabía que al caer de esa altura llegaría hasta el fondo de la piscina, la cual era realmente honda.

En la Piscina Felice Scandone de Napoles se llevaria a cabo la disputa. Como siempre, los competidores de la prestigiada academía Passione estaban bajo el ojo público de los medios locales y nacionales. Leone y Bruno fueron discretos, llegaron en diferentes horarios para comenzar a calentar junto a los otros competidores. La tensión se sentía en el aire. Las gradas estaban llenas de espectadores, incluso habia compañeros de la academía.

¿Listo, cuore? — preguntó Leone, luego de nadar hacía Bruno. Ya habían hecho sus correspondientes calentamientos y faltaba poco para que iniciara la competencia — Te ves demasiado sexy en ese bañador... ¿Es más ajustado, cierto? — le preguntó en voz baja, acercándose demasiado al pelinegro — Si gano, además de tu ropa interior quiero este bañador... — ronroneó el mayor, con una sonrisa sugestiva.

Las mejillas de Buccellati se sonrojaron de nueva cuenta al escuchar las indecentes palabras del mayor.

Leone... — lo reprendió ligeramente el ojiazul, un poco avergonzado.

El albino soltó una risa suave y acarició los cabellos mojados de Bruno. Luego, tuvieron que salir de la piscina para que empezaran las primeras carreras.

Les había tocado en un circuito diferente, Bruno iría después de Leone.

Abbacchio subió seguro de si mismo a la base que le designaron y no pudo evitar echar un vistazo a la enorme plataforma para los clavados mientras se preparaba. Eso era algo nuevo en esa piscina olímpica. Serían conejillos de indias para incursionar también en las secciones de clavadistas en las competencias olímpicas, aunque para muchos críticos resultaba un sin sentido tratar de encaminarlos a dos disciplinas. Se trataba de una incursion en el deporte acuatico propuesta.

Dió inicio la carrera de Leone, los jurados miraron con disgusto la manera tan brusca en la que el albino ingresó al agua, fue bastante notorio que salpicó más agua que sus contrincantes.

Y que decir de la distancia que recorrió rápidamente, salpicando bruscamente a su alrededor. Era su estilo, muchos ya lo conocian, rudo y veloz. Incluso hizo un gran alboroto en el agua al girar para nadar hacía la pared contraria a la que había tocado.

Por supuesto, Leone fue el primero en llegar a la meta, al tocar el otro extremo de la piscina lució victorioso con su usual ceño fruncido, quitándose la gorra de natación y arrojandola fuera, mientras miraba en la pantalla su tiempo. Había roto su propio récord. Era el centro de las cámaras, aunque el no les prestaba atención al salir de la piscina, con gotas de agua recorriendo su musculoso cuerpo.

Buccellati observaba con asombro y admiración como Abbacchio destacaba durante el circuito. A pesar de que salpicaba agua por todas partes, no podía dejar de pensar en lo bueno que era. Estaba orgulloso de el. Y su orgullo creció cuando fue su novio el victorioso de la carrera, lo cual lo hizo sonreír felizmente, así como la gente en las gradas, el también le aplaudió al albino, realmente orgulloso.

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