Era otro día, aunque posiblemente sea uno miserable para el joven Buccellati, quien al abrir los ojos por la luz del sol que entraba por la ventana, se volvió a cubrir con su suave sábana hasta la cabeza para taparse de la tediosa luz. Sus ojos ardían, su cuerpo temblaba, aún más con intensidad su corazón dolía.
No quería levantarse, ni siquiera sabía que hora era con exactitud. Pero se negaba a salir de su cama, de su habitación. No quería toparse con el rubio cuando fuera a la academía, no quería verle el rostro, no quería saber de él...
Pero al mismo tiempo también quería verlo.
"¿Porqué tú corazón es tan complicado?" Se preguntaba a si mismo, enrollandose con su cobertor, como si fuera una pequeña oruga.
Pero ahora que tiene un pequeño equipo que liderar, no le queda de otra más que actuar. Sabía que tenía una responsabilidad gigante, y el mismo se propuso que sería un buen ejemplo a seguir y así será.
Así que, se levantó de su cama y perezosamente camino por su habitación hasta llegar a su tocador. Se veía terrible, sus ojos aún estaban hinchados.
Sin percatarse de la hora, escuchó la puerta de su habitación abrirse, era su amado padre, Paolo Buccellati. Quién lo veía algo preocupado y confundido a la vez.
— ¿Hijo, estas bien? — preguntó el mayor, viéndolo de pies a cabeza con preocupación — ¿Porqué no estás usando tu pijama?
Bruno miro su cuerpo y se percató que no se había cambiado su ropa, aún vestía lo que utilizo el día de ayer. Al parecer estaba tan decaído que ni siquiera le importo cambiarse.
— Estaba cansado y... Solo me quedé dormido. Lo olvidé — contestó en voz baja y rasposa, al parecer el haber forzado su garganta al llorar lo había dejado un poco afónico.
— Bien... la comida ya está lista — Paolo no quiso indagar mucho en lo que había pasado, solo soltó un suspiro.
No entendía que sucedía, pero estaba seguro que su hijo no estaba bien. Buccellati siempre suele levantarse temprano e incluso ayudarle con la comida, pero está vez no fue así. Por eso decidió ir a verlo a su habitación.
— Gracias padre... Pero no tengo hambre — habló el menor, fingiendo una sonrisa.
Paolo en ese momento comprendió que algo estaba mal, se adentró al cuarto y cerró la puerta tras de si para acercarse a su hijo y colocó su mano en su hombro, y vio el reflejo del menor en el espejo, con su cabeza agachada, sus cabellos alborotados cubriendo su rostro, la piel ligeramente fría... No estaba bien.
— ¿Que sucedió? — preguntó el mayor preocupado, al no recibir respuesta, volvió a abrir los labios — Bruno, sabes que puedes decirme lo que sea...
El cuerpo del menor tembló ligeramente y bajo aún más su rostro, apretando sus labios temblorosos, sin saber que contestarle a su padre. El Buccellati mayor sabía que significaba cuando su hijo se ponía de esa forma, estaba roto.
— No soy suficiente... Para nadie... — soltó el menor en un sollozo apenas audible, sus piernas temblaron — Primero fue mamá... Ahora fue el... — lloró.
Paolo volteó el frágil cuerpo de Bruno para verlo a los ojos, los cuales ya estaban llenos de lágrimas e hinchados, con sus bonitos labios temblando y las cejas juntas. Hace mucho que no veía a su hijo de esa forma, no desde que su madre se fue.
Pero al escuchar "él" supo de que se trataba todo. Recuerda a aquel rubio de ojos azules que había llevado Buccellati no hace mucho para presentárselo. Al principio tuvo un mal presentimiento, como cualquier padre, pero... ¿Ver a su hijo de está forma por alguien como el? Hacia hervir su sangre con fuerza, quería golpearlo por hacer a su pequeño llorar.
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Rivali d'amore
RomanceAbbacchio_Buccellati & Cøckatiellë AU. En la aclamada academia de deportes acuáticos "Passione", la rivalidad entre dos jovenes promesas de la natación, Bruno Buccellati y Leone Abbacchio, esta a punto de estallar. Bajo ordenes del estricto entren...