CAPITULO 9

47 3 0
                                    



Hacía mucho no corría, no así. Alguna vez con Lucas, Dan, Elle y Van.. cuándo jugábamos a las escondidillas  que consistía en elegir a un miembro del equipo y contaba hasta el número 100 y todos los demás salíamos corriendo a escondernos. Terminando de contar ésta misma persona sale en busca de los que se escondieron. Si la persona que le toco contar encontraba a alguien tenía que correr rápidamente al punto dónde conto para decir " 1,2, 3 por (dice el nombre de quien encontró) ". Por el contrario, si el que se escondió lo encontraron de igual manera tenía que correr hacía el punto para luego decir "1, 2 ,3 por mi" y así era salvado. 

Mientras Evan y yo corríamos hacía el coche y nos subimos a su coche, no pude evitar viajar en  a aquellos tiempos dónde nos divertíamos, corríamos y reíamos. También se me vino a la mente cuando íbamos casa por casa y tocábamos los timbres y salíamos corriendo rápidamente para escondernos para no ser sorprendidos. Me sentí una niña corriendo y tratando de esconderme. Ésta vez, la experiencia fue muy distinta a aquellos juegos que tenía cuándo era tan sólo una niña. Ésta vez tenía un nuevo compañero con quien estaba viviendo una nueva aventura. 

Mientras tenía estos recuerdos, solté una carcajada. Evan volteó a verme extrañado y ambos nos miramos y soltamos carcajadas.  Evan conducía y nuevamente su mano sostuvo la mía. Cuando las risas cesaron, ambos tomamos un respiro hondo. 

—¿Te encuentras bien?- Evan pregunta.

—Si, por alguna extraña razón eso estuvo divertido.—Mi pecho subía y bajaba por la agitación.

—Olvidé ese pequeño detalle —nuevamente soltó una carcajada

—Qué P E Q U E Ñ Í S I M O detalle —Enfaticé.

—Estar allí esta prohibido

—Me di cuenta en el momento en que llego un oficial y nosotros corrimos como completos delincuentes — Mi pulso se normalizaba.

—¿Un chocolate caliente? — Me pregunto.

—Vale, vamos.

Evan condujo hacía una cabaña que estaba a la orilla de la carretera que nos llevaría a casa, ambos nos bajamos al tiempo para adentrarnos a aquel lugar. Cuando Evan abrió muy amablemente la puerta del lugar, pude percibir un aroma a bizcochos hechos allí mismo, café y chocolate. Era un aroma exquisito que abrió mi apetito. Nos sentamos en una de las mesas y se acerca una señora de edad mayor.

—¿Qué les ofrezco, pequeños?—Una sonrisa amable tiene el rostro aquella señora. 

—Dos chocolates para ambos —Dice Evan

—Y un par de bizcochos —Agregue al pedido.

El rostro de Evan se torno sorprendido.

—De acuerdo, enseguida se los traigo —La abuelita se retira.

—¿Qué sucede? —El azul de sus ojos atraparon los míos.

—Nada —Se limito a decir, sus ojos seguían clavados a los míos.

—Vamos, dilo. —Lo invite 

Suelta una pequeña media sonrisa —Es sólo qué..

—¿Qué? Dilo de una vez

—No eres cómo las demás. —Admitió.

—¿A qué te refieres? —Mi rostro  de torno extrañado ante sus palabras

—He conocido chicas, chicos en el mundo del patinaje y la mayoría suele tener complejos con la comida

—Wow— Hice una mueca y relamí mis labios antes de contestar —¿Qué crees que como? ¿Sólo verduras?—Mis palabras teñidas de diversión.

Patinadores de hieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora